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Pobreza, desigualdad y desdichas

Mauricio Rubio
03 de septiembre de 2020 - 05:00 a. m.

Una de las fábulas más dañinas de los activismos progres es que la precariedad económica y la mala distribución histórica de oportunidades generan todo tipo de desgracias.

Más perverso aún es el reflejo asociado: sólo gastando recursos públicos con buenas intenciones, voluntarismo y arbitrariedad puede avanzar una sociedad.

Como explicación de casi cualquier fenómeno social, este burdo montaje izquierdoso es, valga la redundancia, de una pobreza inaudita. Los años pos-Acuerdo han revelado que el conflicto armado colombiano fue muchísimo más complejo que el simple atraso campesino. Pero prestantes voces nacionales insisten en la receta que “el desarrollo rural es indispensable para alcanzar la paz”. Ni siquiera como condición necesaria este ingenuo dogma sirve.

Fuera de la criminología barata, mi amigo Andrés Sánchez, escéptico impenitente, pregunta: “¿Alguien se ha atrevido a cruzar los datos de desigualdad con, entre otros, libertad económica, igualdad de género, democracia y libertad de prensa?” Luego remata: “Iraq es menos desigual que Corea del Sur. Timor Oriental es menos desigual que Alemania. Siria es menos desigual que Estados Unidos”. Los flujos migratorios, buen indicador de bienestar relativo. son independientes de ese ordenamiento.

Si como teoría social las “causas objetivas” son deficientes, para entender conductas individuales son ya lamentables. Desde siempre, un tema álgido han sido las causas de la prostitución. De la pecadora, pícara y mañosa que engañaba a los hombres en autores como Quevedo, los novelistas franceses convirtieron a la mujer que ofrece sexo pago en reflejo de la injusticia social. Fantine, en Los Miserables de Victor Hugo es la joven frágil y marginada que vende su cuerpo para comprar carbón en el frío invierno parisino. Por la misma época, el feminismo inglés consolidó la noción de la miseria, no el pecado, como principal causa del comercio sexual. El abolicionismo le sumó la coerción de traficantes ignorando no sólo el bulto de la actividad sino contraejemplos protuberantes como el de Ghislaine Maxwell, exnovia del Jeffrey Epstein y responsable del complejo y sofisticado entramado de abuso con menores de edad en el que presuntamente participaron ex presidentes y grandes empresarios norteamericanos atendidos en un jet privado conocido como Lolita Express.

Ghislaine nació y vivió en las antípodas de la pobreza como hija del magnate amarillista Robert Maxwell, quien “se habría suicidado para evitar hacer frente a sus delitos financieros”. Cual monarca medieval, el mega millonario la usaba para alianzas de poder: “incluso jugó con la idea de casarla con John-John, el hijo de Kennedy, y unir dos dinastías”.

En otra pista individual, ¿de qué serviría el guion de la miseria para entender a Kyle Rittenhouse, adolescente de Kenosha, fanático de Trump y obsesionado por vengar policías con un arma automática parodiando el lema de las minorías raciales, “Blue Lives Matter”? ¿O la de Amy Cooper quien paseaba su perro y tuvo una agria discusión con un observador de pájaros quien le pidió que mantuviera atado a su perro y que terminó con una llamada de ella a la policía porque la estaba amenazando un “hombre afroamericano”?

En 2011, Isabel Mebarak Ripoll, Shakira, se instaló en Barcelona al iniciar una relación amorosa y luego casarse con Gerard Piqué, padre de sus hijos. Con perspicacia detectivesca, la inspectora de Hacienda Susana C, para quien la estrella es simplemente “la contribuyente”, se ha dedicado a reconstruir sus rutinas demostrando que la casa de las Bahamas en donde Shakira afirma que vivió hasta finales de 2014 es una pantalla para evadir impuestos. Habló con su médico, su fotógrafo, su peluquero y profesores del colegio de sus hijos. Utilizó redes sociales de fans que no pierden un solo movimiento de la cantante, que no la tiene fácil. Aunque ya hizo un acuerdo amigable por 24 millones de euros sobre el 2011, año récord de ingresos, Hacienda judicializó el fraude de 2012 a 2014: habría evadido 14,5 millones de euros. La Fiscalía la acusa de seis delitos. Dentro del núcleo íntimo de Shakira, Susana C identificó a la directora de la Fundación Pies Descalzos, paradigma de ayuda social en Colombia.

La obsesión por la desigualdad sirve poco para entender a Shakira que además de filántropa sería descarada y astuta evasora. Si las personas son tan complejas, es un desacierto monumental pretender que explicaciones burdas e ideologizadas ayuden a entender grupos o sociedades donde interactúan millones de ellas.

Los novelistas que pasan fácilmente de la ficción al ensayo político son particularmente apreciados en Colombia. Tal vez uno de ellos será Mateo García Elizondo, “el nieto de Gabo”, periodista, guionista y nueva estrella literaria. Divertida paradoja que miembros de castas hereditarias privilegiadas sean quienes con enorme ligereza aluden al poder inamovible de otras élites, económicas o políticas, como causa de múltiples desdichas en las sociedades condenadas a vivir cien años de soledad, miseria y desigualdad.

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