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Polarización

José Fernando Isaza
08 de mayo de 2014 - 04:13 a. m.

Es exótica la polarización en la actual campaña presidencial.

La principal oposición a la reelección de un presidente de centro derecha con rasgos civilistas (comparado con su antecesor) no proviene de la izquierda tradicional sino de la extrema derecha, liderada por Uribe. La recalcitrante derecha, que utilizó todas las estrategias, aún las legales, para que su líder fuera reelegido indefinidamente, ataca la reelección presidencial inmediata.

Los indicadores económicos muestran mejorías, en relación con las de hace cuatro años, sin embargo, los fracasos de la reforma a la justicia y al sistema de salud, sectores muy sensibles para la opinión, parecen anular el efecto político de la situación macroeconómica. Hay una constante en las elecciones presidenciales con segunda vuelta; en la primera muchos electores votan con el corazón, en la segunda con la cabeza. Esto permitió, durante la Guerra Fría, que los franceses les dieran respaldo inicial a los candidatos socialistas y comunistas y luego votaran por el candidato del establecimiento. La excepción fue Mitterrand. Un determinante en la votación de la segunda vuelta es el porcentaje de desfavorabilidad de los candidatos. Un candidato con baja opinión favorable y desfavorable tiene margen de mejorar la intención de voto. Pero si la opinión negativa es mayoritaria, se enfrenta a una barrera casi infranqueable para aumentar la intención de voto. El alto porcentaje de desfavorabilidad de Santos hace que la favorabilidad sea a la vez un techo y un piso de la intención de voto.

Óscar Iván Zuluaga es un personaje político decente y con trayectoria exitosa en el ámbito público y privado. Debe aclarar su apoyo, así sea indirecto, a la operación de Interbolsa. Aceptó ser el instrumento de Uribe. Con horror y preocupación, se ve el retorno del expresidente al control del Ejecutivo. Fue un período en el cual se persiguió con medios ilegales a la oposición y a quienes no fueran sus áulicos. Se justificó el más grande crimen, el asesinato de civiles desarmados e indefensos cuyo delito era ser pobres o marginados. Aún se recuerda la frase presidencial, a raíz del asesinato de los jóvenes de Soacha, de que no estaban recogiendo café. La limpieza social no puede hacer parte de una política de gobierno en ninguna sociedad.

Peñalosa fue un buen alcalde, ha sido un estudioso de la política urbana y no se presenta como un político sectario. Conviven en él, con algo de armonía, la social democracia y el Consenso de Washington. Existe el temor de que puede ser el caballo de Troya o el plan B para que la extrema derecha recupere el control del Ejecutivo. Preocupa su alianza con Uribe en la campaña para la Alcaldía de Bogotá, a pesar de pertenecer a un partido cuyos principios básicos eran “no a los atajos”, “no todo vale”. Ha sido errático en su posición con la actual Alcaldía de la capital. Su afirmación de que acusarlo de pertenecer al mismo partido de Petro es propaganda negra es desconcertante, pues su partido sí incluye a los Progresistas de Petro.

Clara López: difícilmente la izquierda democrática pudo encontrar una mejor candidata, inteligente, con alto nivel académico, exitosa en los cargos públicos que ha desempeñado. Sus políticas no representan amenaza para la propiedad privada, la distribución del ingreso la hará con el sistema impositivo desde el punto de vista del recaudo y del gasto.

Se me acabó el espacio para decir algo de Marta Lucía.

 

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