El país de las maravillas

Por el derecho a tener derechos

Mario Morales
23 de mayo de 2018 - 04:30 a. m.

Llegó la hora. Por primera vez votaré desapasionadamente. Por primera vez no votaré en contra de alguien. Por primera vez no dejaré que las emociones, como pasó con la Ola Verde, tomen la decisión.

Por primera vez no permitiré que el temor o el frenesí diriman las opciones. Será mi primer voto fruto de la maduración, del desengaño de las hordas pasionales o de la excesiva argumentación que deviene a veces, como sabemos, en sectarización.

No se trata de convencer a nadie, toda vez que el convencimiento connota ceguera u obsesión. Rechazo, de entrada, los falsos dilemas. Tampoco se trata de sacrificar la ligera posibilidad de actuar con libertad por la liebre ilusoria de una falsa seguridad escondida tras la careta del terror. O de apoyar mesianismos engañosos para lidiar con “el pasado no digerido” de problemas nunca resueltos, de los que hablaba Hannah Arendt.

Si algo ha enseñado la experiencia del continente, en sus versiones bipolares, es que el infierno está en el autoritarismo, el populismo o los totalitarismos ubicados en cualquier punto cardinal. Y tiene raíces, para seguir con Arendt, en la aceptación social de cualquier solución violenta o en contemporizar con el “todo es posible”, que aquí tradujimos como el todo vale.

Me distancio de cálculos y especulaciones, que en mala hora convirtieron en costumbre las encuestas, tendencias y corrientes de opinión pública. Me aparto del miedo y del miedo a tener miedo y de tener que votar con la nariz tapada y de poner el ojo en el tarjetón ajeno.

Se acabó el tiempo de suspirar por utopías o sueños inalcanzables. Votaré, en coherencia, por el candidato ciudadano imperfecto, el que no arriesgó su reino por un sondeo, ni cambió su cara ni su pelo por una foto; por el que se equivoca constantemente porque no es un empaque y se corrige porque no es una pose.

Pero más que por él, que por Fajardo, voto por una luz, por una idea, por un camino, ese que condensó la Arendt en una máxima: por el derecho a tener derechos.

@marioemorales y www.mariomorales.info

 

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