Por encima de la ley

Ya es costumbre referirse a Uribe y su lista de investigaciones con la idea de que el expresidente está por encima de la ley. Cualquiera que sea la razón por la que la justicia se decida a iniciar una pesquisa, el resultado es el mismo. No prosperan las investigaciones sobre su pasado como gobernador de Antioquia y presunto favorecedor de grupos paramilitares. Tampoco avanzan las indagaciones sobre los demostrados desmanes en materia de derechos humanos de su política de seguridad democrática. Cohechos y chuzadas no lo tocan. Bajo su administración hizo hasta lo imposible por amarrarse una tercera vez consecutiva al poder y ni siquiera eso resulta concluyente en materia judicial.

¿Qué significa, entonces, estar por encima de la justicia? ¿En qué está parado el expresidente? ¿Qué lo tiene tan arriba? ¿Es un tema de altura o de inmunidad? ¿Qué es, en definitiva, lo que le permite calumniar opositores y retractarse a medias para volver a calumniar?

Y no es que no existan pruebas y testigos. O que la voluntad de los encargados sea necesariamente menor al tamaño de la empresa. Todo lo contrario. Valientes jueces y fiscales lo han intentado y, sin embargo, el ahora senador, líder del Centro Democrático y encargado de designar a dedo al siguiente presidente, sigue por encima de la ley.

Lo que no se traduce, como se suele creer, en que la justicia sea un completo desastre. Jurídicamente muchas de las investigaciones tienen sentido, pero políticamente son inviables. Esa es la escalera desde la que Uribe mira la justicia de reojo. Y si Duque es elegido presidente y cede a los deseos dictatoriales de su jefe, ahí sí habrán logrado hacer de la justicia un embeleco.

El candidato ya ha expresado, para que nos hagamos a una idea de lo que está por veinr, que cree ciegamente en la honorabilidad del jefe. Que si el que la hace es Uribe, entonces no paga.