¡Por fin en la élite del tenis!

Antonio Casale
04 de febrero de 2019 - 03:00 a. m.

Lo logrado por el equipo colombiano de Copa Davis es, en palabras sencillas, la entrada a la élite del tenis mundial. Tras el triunfo ante Suecia el pasado fin de semana, los nuestros se clasificaron a las finales, en su nuevo formato, del máximo certamen orbital de un deporte que parece reservado para las grandes potencias. El equipo nacional es una mezcla de juventud con experiencia. Cabal, Giraldo, Farah y González representan lo segundo. Galán y Nicolás Mejía, ausente en esta oportunidad, son el futuro. En la mitad están Rodríguez y Gómez. Todos tienen el resto del año para preparar la gran fiesta de Madrid, que será en noviembre.

Es un justo premio, sobre todo para los veteranos, que supieron llevar a Colombia a los repechajes del Grupo Mundial y que nunca pudieron conquistarlo por diversas razones, comenzando por el alto nivel de dificultad que esto supone. Por eso es justo mencionar a Alejandro Falla y a Carlos Salamanca, así como a los capitanes que estuvieron al frente en todos los intentos, Felipe Berón, Mauricio Hadad y Pablo González.

Ir a las finales de la Copa Davis es como ir al Mundial de Fútbol. Por Latinoamérica, para que se lleven una idea, solamente irán Argentina y Chile, dos países con historia y con grandes jugadores a través del tiempo. Por eso la magnitud de lo logrado es enorme. Quizás menos publicitado, pero no por ello menos importante, será el premio que cobrará la Federación. Los 256.000 euros (alrededor de $900 millones) son de obligatorio destino para el desarrollo de este deporte en el país. Una cosa es conseguir dinero para hacer torneos, pero otra, más importante y más difícil, es obtenerlo para el desarrollo (construcción de canchas, capacitación de entrenadores, scouting). Esa plata que recibirá la Federación supera varias veces el presupuesto que el Estado le asigna al tenis anualmente, pero sigue siendo irrisoria si se compara con la de las potencias.

Por eso la clasificación a las finales de la Copa Davis es una hazaña digna de aplaudir para un puñado de tercos y obstinados tenistas que siempre estuvieron dispuestos a intentarlo una vez más, siete veces, hasta lograrlo. En España se puede hacer un buen papel. Serán confrontaciones cortas, al mejor de tres partidos, en consecuencia el punto de dobles tendrá mucho más peso en cada duelo. Y para eso contamos con la pareja número cinco del mundo. Se vale soñar.

 

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