Por horrible que sea, esto va empeorando

Cecilia Orozco Tascón
11 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

Por mala que sea, toda situación es susceptible de empeorar. La cita de la Ley de Murphy se ajusta al gobierno Duque: su aceptación popular viene en picada a tiempo con su poca conexión con el Congreso; para enfrentar el rechazo, el mandatario cambia a su ministra del Interior y a sus estrategas de comunicaciones en la Casa de Nariño. Nombra a Alicia Arango en lugar de la insulsa Nancy Patricia Gutiérrez y sustituye a un periodista decente por el equipo de prensa Muñoz - Nassar - Bieri, conocidos (entre susurros) como Los Ninja por la comparación de sus métodos de ataque con los de los mercenarios japoneses “entrenados en formas no ortodoxas de hacer la guerra”. Después, a la administración le surge un escándalo político sexual con la fuga, posterior aparición en la Venezuela de Maduro y declaraciones públicas de la excongresista Aida Merlano quien no deja títere con cabeza, incluso ni la del presidente, pues involucra su campaña con la presunta receptación de $6.000 millones aportados por los Char y los Gerlein de Barranquilla, que apoyaron su elección de manera subrepticia en primera vuelta, y abiertamente en la segunda. Más adelante, la torpe reacción oficial a los informes de Naciones Unidas sobre el que se configura, ya, como un plan permanente de exterminio de líderes sociales en Colombia, lesiona su imagen, esta vez en el campo internacional. Y ahora, aparecen las grabaciones del “Ñeñe” Hernández, colaborador de su campaña en Guajira y Cesar, en las que quedaría en evidencia, de nuevo, la búsqueda de platas ilegales para financiar su causa durante la segunda vuelta presidencial. Para terminar, por ahora, el lío se agravó cuando se supo que el “Ñeñe” estaba siendo investigado como sospechoso de homicidio y de ser el testaferro del narcotraficante alias “Marquitos” Figueroa.

La negativa unánime del gobierno sobre los vínculos políticos y sociales del asesinado Hernández con altos personajes del uribismo, incluidos Duque y el senador expresidente, no pudo sepultar la realidad plasmada en decenas de videos y fotografías que circulan en las redes desde hace años y en los que consta la cercanía entre el uno y los otros. En una de las interceptaciones, habla con el investigado una mujer que fue identificada como María Claudia Daza, una asesora de Uribe que cayó en desgracia con este y renunció a su cargo hace unas horas. El “Ñeñe” menciona en esa conversación a “Priscila”. Una persona con ese nombre y el apellido Cabrales, trabajó de lleno en la campaña Duque y coordinó tareas electorales en la región guajira, probablemente por ser -como el “Ñeñe” y Daza- oriunda de la costa. El hombre interceptado también gozaba del afecto del presidente de los ganaderos, José Félix Lafaurie, que lamentó su muerte con palabras de hermano: “El país pierde a un gran señor. Para su familia, que es la mía, solidaridad y condolencias”; además, el popular “Ñeñe” disfrutaba de intensa vida social en las casonas de los nuevos ricos del uribismo y de sus aliados políticos en los departamentos caribeños.

Pero en este zaperoco que parece enredar al Centro Democrático en un bulto de anzuelos, y hundir al gobierno en su desprestigio, una actriz de primera línea ha salido indemne: Alicia Arango, la secretaria privada del presidente Álvaro Uribe en sus gobiernos y quien se atreve a regañar al senador, aún frente a los demás; la misma que ha sido consejera de Iván Duque y su jefe de debate por encima de Alejandro Ordóñez y Luis Alfredo Ramos que se postularon para esa posición estratégica; la dominante cartagenera que no permite que se incumpla ninguna de sus órdenes; la nueva ministra del Interior que cada vez que abre la boca supera a su antecesora en el desprecio que ambas sienten por la exigencia del alto estándar de derechos humanos que rige hoy en el mundo… La brusca funcionaria que se dio el lujo de desafiar, en público, una supuesta orden de Duque cuando se negó a nombrar a una candidata del mandatario en la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad, ¿no había oído mencionar al “Ñeñe” Hernández ni conocía el activismo electoral que este habría compartido con su “compañera del alma desde hace casi 40 años”, Priscila Cabrales (ver)? En un Gobierno que se precia de su transparencia y capacidad de diálogo, la funcionaria más importante del gabinete debería referirse a su papel en estos capítulos o a su sorpresa por lo que pasó en el espacio electoral que ella manejaba.

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