¿Por qué la angustia liberal?

Catalina Uribe Rincón
14 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

Las discusiones sobre el voto en  blanco han suscitado preguntas sobre qué es el liberalismo. Algunos de los votantes en blanco siguen defendiendo su posición liberal a pesar de ser acusados de tibios, pasivos o indecisos. Pero ¿por qué? ¿Por qué para los liberales es tan difícil elegir entre Duque y Petro?

Quizá el lío del asunto es que el liberalismo es un proyecto político apoyado en un gran presupuesto moral: la libertad como base de la dignidad individual, y de todo proyecto social. Esto hace que para un liberal sea muy difícil apoyar a un candidato como Duque que permite una doble exclusión: una directamente legal sobre una parte de la población —la LGTBI— y otra social al no hacer centro de sus propuestas la búsqueda de los medios que les permitan a los citadinos con menos recursos, a los campesinos, a los afrodescendientes, a los indígenas y a muchas mujeres vivir una vida producto de sus propios designios, en lugar de una vida permanentemente sujeta a los antojos ajenos.

¿Por qué un liberal se aleja de Petro? Por el mismo motivo. El foco de las propuestas de Petro no es la libertad, sino la igualación de condiciones y oportunidades materiales. Los liberales coinciden en que tal igualación es necesaria, pero en aras de la libertad. Y el fin importa mucho. Por ejemplo, el liberal sufre con no poderle ofrecer una educación de calidad a toda la población no sólo porque esta desigualdad se va a traducir en diferencias en el mercado, sino también porque cree que para lograr una vida verdaderamente autónoma y feliz necesita de toda la sabiduría y fuerza que pueda ofrecérsele.

Un petrista diría, y quizá con algo de razón, que la igualdad y la libertad no se oponen. Pero no es igual una propuesta de gobierno que busca la libertad a otra que busca la igualdad. Un duquista diría, quizá con menos razón, que no busca excluir, y que solo quiere que el mercado se reactive empujando la confianza y garantizando la propiedad. Pero incluso si le creemos sabemos que el mercado no incluye a quienes no tienen nada que ofrecerle. La angustia liberal no es solo un capricho.

 

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