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Por quienes no tienen voz

Isabel Segovia
08 de julio de 2020 - 05:00 a. m.

Una muestra de lo incivilizados que somos es la forma como abusamos e ignoramos nuestra diversidad cultural. Al igual que los niños, las comunidades indígenas en Colombia no tienen voz y por eso, a la hora de diseñar políticas y tomar decisiones, simplemente las olvidamos. Deja mucho que desear nuestra incapacidad histórica de proteger su diversidad étnica y cultural. El atroz episodio de violación que sufrió una niña embera por parte de soldados del Ejército tristemente no puede ilustrarlo mejor: menor de edad, mujer e indígena abusada por representantes del Estado y de un país indolente, donde el fiscal se atreve a insinuar que la niña fue cómplice de su abuso. Este escándalo, que adicionalmente destapa muchos otros similares, se deja de lado con la siguiente noticia.

Afortunadamente hay voces que hablan fuerte y evitan el olvido, como la extraordinaria exposición Resguardo indígena de Caño Mochuelo: Universo en peligro, que busca dar a conocer la diversidad cultural y biológica de la Orinoquía y darles protagonismo y reconocimiento a las comunidades indígenas que lo habitan, para que como sociedad garanticemos su supervivencia.

Caño Mochuelo es un resguardo ubicado en la Orinoquía, donde confluyen los ríos Meta y Casanare. En él conviven diez pueblos indígenas, la mayoría nómadas acostumbrados a recorrer más de tres millones de hectáreas, lo que garantizaba su supervivencia y la recuperación biológica del territorio que habitaban. Hoy, el resguardo cuenta con un poco menos de 95.000 hectáreas, parcelado por cada comunidad, lo que significa que se encuentran confinados en pequeñas extensiones de tierra (cada familia cuenta con cerca del 15 % de una Unidad Agrícola Familiar para la región), forzados a volverse sedentarios y, por consiguiente, obligados a transformar sus tradiciones y prácticas alimentarias. El encierro, agravado por la condición de inundación ocho meses del año, ha generado conflictos y deja a varios de los pueblos al borde de su extinción. A pesar de haber sido declaradas comunidades en emergencia por la Corte Constitucional, llevan 12 años esperando respuesta del Gobierno a una solicitud para ampliar el resguardo, indispensable para su salvación.

El proyecto, que hace parte del Programa Riqueza Natural, financiado por USAID, cuenta con el apoyo del gran artista plástico colombiano Pedro Ruiz, quien generosamente donó su tiempo y prestó su extraordinaria exposición Oro, espíritu y naturaleza de un territorio, para que todos podamos disfrutarla y conocer Caño Mochuelo.

Este trabajo busca dignificar y darles voz a quienes el país lleva siglos ignorando, visibilizando una situación que es moral y humanamente inaceptable. La exposición concientiza al visitante sobre lo apremiante que se hace contribuir a su supervivencia. Para complementarla, se lanzará en los próximos días una página web sobre el resguardo (www.resguardomochuelo.com) con la información histórica y política de cada uno de sus pueblos, que contará con un recorrido virtual de la exposición. Hagan el recorrido, vale la pena. En medio de tanta atrocidad, es esperanzador saber que existen programas como Riqueza Natural y personas como Pedro Ruiz, que contribuyen a proteger el patrimonio de la humanidad. Sigamos su ejemplo y aportemos.

 

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