Por una prensa libre, no escoltada

Claudia Morales
20 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

Erika Londoño es la directora de Caracol Radio en el Guaviare y merecedora del Premio Orlando Sierra “Al Coraje Periodístico”. ¿Saben por qué? Porque se ha enfrentado a las disidencias de las Farc, al nuevo líder de los paramilitares de la zona y a los políticos corruptos de ese departamento, y hoy es la reportera más amenazada de Colombia. Ahí están todas las formas de delincuencia contra ella, su hijo de dos años y sus papás.

La Unidad Nacional de Protección —UNP— decidió debilitar su esquema de protección a pesar de que está confirmado el nivel extraordinario de riesgo. Le pregunto a Erika qué explicación dieron y me dice: “ninguna, no entiendo qué están pensando”. Ella tiene en este momento dos escoltas y un carro, pero la entidad le quitará el vehículo y un escolta y la dejará con un hombre, un chaleco y un celular. La periodista presentó un recurso de reposición contra la UNP y espera respuesta.

El caso de Érika se multiplica en las regiones y muestra que la libertad de expresión de la que se ufana nuestra democracia es relativa y que si bien, como lo confirma Pedro Vaca, director de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), han disminuido los homicidios de periodistas, “han aumentado contra ellos delitos como el secuestro, las amenazas y el decomiso de material periodístico con un resultado nefasto para la sociedad que es la autocensura. Se equivoca el presidente Santos cuando habla en pasado de la violencia contra la prensa”.

Me remito ahora a un panfleto firmado por las Águilas Negras, que no sabemos en realidad quiénes son porque ninguna autoridad nos lo ha dicho, y que como en los viejos y nuevos tiempos tiene un listado de amenazados como defensores de derechos humanos, autoridades y periodistas como Jineth Bedoya. Al mismo tiempo, María Jimena Duzán recibe un tweet de un desquiciado que se esmera en crear tanto daño como puede y, para completar, un violento llama a la redacción de RCN Radio y profiere en nombre del Eln una amenaza contra Yolanda Ruiz, Jorge Eduardo Espinosa y Juan Pablo Latorre.

María Jimena me cuenta que denunció “porque me da un temor profundo que las personas que están en contra de lo que uno escribe cosifiquen a quienes pensamos distinto, nos deshumanicen y termine siendo una piltrafa por ser mujer, por pensar como pienso”. Para esta columna Yolanda Ruiz reitera que “hay ganas de sembrar miedo y no hay que dejar que lo logren, pero sí proteger a los que tienen riesgo inminente que son los periodistas regionales”. Jineth califica esta coyuntura como “una crónica de una muerte anunciada. Lo advertimos como víctimas desde La Habana, al gobierno le faltaron medidas preventivas y de acción para contener lo que estamos viendo”.

Vaca destaca que “en los casos de los periodistas nacionales la respuesta es de horas. La Fiscalía, el Gobierno y la Policía reaccionan y eso está bien. Pero hay casos, y eso es temerario, en los que se demoran seis meses”. Sostiene también que “hay un déficit de valores democráticos y eso no es espontáneo, hay un motor en los liderazgos públicos y en eso caen Santos, Uribe, Petro, entre otros”.

Al cierre de esta columna la Flip había tramitado 98 amenazas contra periodistas. Yo rechazo cualquier intento por silenciar a mis colegas y también la pasividad de algunos dueños de medios, alcaldes, procuradores, jueces, fiscales y policías. ¿Qué quiere, entonces, el país: una prensa libre o escoltada y censurada?

* Periodista, @ClaMoralesM

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