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"Por una vez en la maldita vida"

Nicolás Rodríguez
08 de febrero de 2014 - 03:44 a. m.

La frase pertenece al polítólo- go Francisco Gutiérrez y fue publicada en su última columna, que la gente del Gobierno debería leer todas las semanas pues es un termómetro existencialista que mide con precisión qué tan podrido está el aceite de la situación colombiana.

En esta ocasión el columnista escribe sobre las chuzadas y las amenazas a los dirigentes de izquierda y pide que el Estado brinde las respuestas que son. Que se salga, entonces, del guión de Chimoltrufia con el que suele decir que sí pero no: que habrá paz, pero las chuzadas son legales; que la izquierda sí, pero la Marcha Patriótica no.

La ocasión es adecuada para pedirles a Piedad Córdoba y los que están con ella que eviten caer en comparaciones como las del exterminio de la UP, que llevan inevitablemente a endilgarle todo lo ocurrido a una mano peluda para la que por definición no puede haber justicia.

Después de todo, buena parte de lo que ocurrió con la UP terminó por crear una suerte de historieta empantanada en la que se insiste en que nadie sabe qué pasó, quién hizo qué o bajo qué circunstancias. Como si hubiesen apagado la luz. Sabemos que hubo un genocidio político, pero el relato global y por todos compartido sigue siendo algo que hace falta. Como la época de la Violencia, en la que, pese a los miles de muertos, el olímpico cierre (“todos tenemos la culpa”) llevó a que nos la imagináramos como un proceso ajeno a sus actores y por el que es preciso responsabilizar a la naturaleza.

Por una vez en la maldita vida, entonces, hay que abogar por el fin de posiciones como la del historiador Malcolm Deas en Semana, quien tranquilamente se arrojó esta cristiana perla: “Soy más de la tesis del perdón y olvido, lo que ya no es posible”.

 

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