Preguntas para el ministro Alejandro Gaviria

Patricia Lara Salive
07 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

Se sorprende el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, de que la noticia sobre su cáncer haya suscitado interés. “Yo creí que el asunto iba a despertar alguna curiosidad, pero no tantos comentarios”, dijo.

Pero, ministro: ¿cómo va a sorprenderse de ello, si en esta triste Colombia de hoy, inmersa en la envidia, la rabia, la polarización y la descalificación del otro, las reflexiones profundas, llenas de contenido filosófico, humano y poético, como las que usted hace, brillan por su ausencia? ¿Cómo va a sorprenderse si aquí destruyeron esa confianza pública y esa credibilidad que usted irradia y lucha por reconstruir? ¿Cómo va a sorprenderse si en este país muchos de los que detentan el poder nos tienen acostumbrados a que anteponen sus intereses particulares a los intereses del Estado, hasta el punto de que se les borran los límites entre lo que es de ellos y lo que nos pertenece a todos y, por eso, no tienen inconveniente en gastarse la plata de nuestros impuestos en viajes y beneficios personales? ¿Cómo va a sorprenderse si aquí muy pocos tienen el valor de ponerles el tatequieto a las multinacionales (en este caso las farmacéuticas) y al gobierno gringo, como usted lo hizo, hasta lograr bajarles el precio a drogas que salvan vidas de pacientes, entre ellas las de los que sufren el cáncer que acaban de descubrirle, y hasta terminar con las fumigaciones con glifosato que también, por esas casualidades, provoca el cáncer que usted padece? ¿Cómo va a sorprenderse, ministro, si aquí muy pocos tienen el valor de decir lo que piensan y de vivir de manera consecuente con sus convicciones, como lo hace usted, que dice que es ateo y se mantiene en su posición, por más de que ahora, con poco más de 50 años, tenga temor de morir sin terminar de acompañar a su hijo a crecer? ¿Cómo va a sorprenderse si a usted no le tiemblan las piernas para dar batallas tan difíciles de librar en este país que ahora se volvió de extremas derecha y mojigatería, como aquellas en favor de la eutanasia, del aborto, de la legalización de la marihuana medicinal y del derecho a adoptar niños por parte de las parejas gais? ¿Cómo va a sorprenderse, ministro, si usted no descansó hasta que desterró la politiquería del Ministerio de Salud, gracias a su desapego del poder, por lo cual no transa y no le importan las consecuencias de no hacerlo? ¿Cómo va a sorprenderse, si en vez de anhelar ser presidente, como todos los políticos de este Macondo, usted quiere, al final de sus días, ser profesor de bachillerato de un pueblo anónimo o, como dice Voltaire en su Cándido, cuidar un jardín? ¿Cómo va a sorprenderse, ministro, si su sensibilidad le permitió convertir en su “guía, en una suerte de oración pagana”, como me lo dijo hace poco, el poema Lo nuestro del venezolano Eugenio Montejo, descubierto por usted gracias a que se lo escuchó a una niña, entonces estudiante de literatura, María Gómez Lara, que lo incluyó en el discurso que pronunció en la ceremonia de grado de la Universidad de los Andes?

No se sorprenda, ministro: ¿no ve que cuando usted habla o escribe nos hace sentir, como dice Montejo, que “sólo trajimos el tiempo de estar vivos entre el relámpago y el viento”?

***

¡Enhorabuena! Me alegra que Rodrigo Londoño, antes Timochenko, se esté recuperando de su percance de salud. Así tendrá la energía para seguir trabajando, de la mano de sus compañeros y del Gobierno, en la consolidación de la paz.

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar