Presidente: es la corrupción

Luis Carvajal Basto
09 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

La encuesta de Gallup, después de elecciones, revela  un importante aumento del optimismo. El país aguarda, sin embargo, señales del nuevo presidente sobre temas cruciales. Dentro de ellos, conseguir resultados contra la corrupción puede ser uno de los más importantes.

Estamos en un momento de cambio, aunque no sea de la dimensión y sentido  que muchos esperaban. Pero las transformaciones no solo, ni siempre, se refieren a lo que la “gente”,  espera. Tampoco se reducen  a  una promesa electoral o expectativa, para corresponder al siempre vivo interés humano por el “cambio”. Sencillamente ocurren, como en este caso, en que además de  variaciones en las fuerzas políticas en control del gobierno, hemos tenido una renovación generacional que esperamos se confirme en un nuevo gabinete joven, pero con experticia técnica y política. Renovación no debe ser  sinónimo de improvisación.

Sabemos que los grandes problemas del país no se solucionan  de la noche a la mañana. Las mayorías que se expresaron en la pasada elección así lo interpretaron. Pero incluso la ciudadanía, incluyendo a quienes desde ahora se reclaman como líderes de la oposición  que no apoyó al nuevo presidente, debe abrir un compás de espera a sus primeras decisiones.

Los compromisos de Duque con su electorado  deben convivir con  los de quienes no lo hicieron: ahora es el presidente de todos. Su tarea  trasciende a su programa de campaña. En consecuencia, actúa responsablemente: no solo no ha hecho trizas los acuerdos si no que habla de profundizar la Paz; no solo no se refiere a “cerrar las cortes” si no que se reúne con ellas para consensuar una indispensable reforma judicial que puede incluir su reorganización y la inminente necesidad de que a los aforados,  ahora y también en el  pasado, se les reconozca el derecho a una doble instancia como a cualquier ciudadano en cualquier lugar del mundo.

Sin embargo existen otras promesas de campaña “amarradas” a su desempeño en el gobierno. La más compleja, seguramente, es la que se refiere a reducir impuestos a empresas e inversionistas para promover crecimiento y empleo en un escenario de déficit fiscal. ¿De dónde va a salir la plata?

La inversión y el gasto del gobierno son una palanca fundamental en la dinámica de la economía. A pesar de la regla fiscal es difícil disminuirlos sin que crecimiento y bienestar  se resientan. La comisión de expertos nombrada por el gobierno saliente, integrada por diferentes sectores políticos, al estudiar alternativas  encontró, con razón, que los llamados “gastos innecesarios” se podrían reducir sin ocasionar tanto daño. Aunque no lo expresaron con claridad, asumimos que se refirieron a los sobrecostos en la contratación pública relacionados con  corrupción. Es allí donde debe poner  énfasis el nuevo gobierno.

En una encuesta realizada por Transparencia por Colombia en 2017 entre empresarios, siendo ese auto reconocimiento seguramente su mayor mérito, estos confirmaron que pagaban alrededor del 17 % del valor de los contratos como coimas. El gobierno entrante tiene un reto muy importante que le puede ayudar a conseguir sus objetivos de gobierno: combatir, de verdad, la corrupción para reducir el gasto innecesario y evitar nuevos impuestos.

Pero se debe diferenciar entre corrupción y “mermelada”. La distribución del gasto en las regiones es indispensable. Tampoco es condenable el cabildeo realizado por congresistas para resolver problemas de sus comunidades y electores. Ese llamado “clientelismo” es propio de la  democracia representativa. Veamos: ¿deben votar los ciudadanos por parlamentarios perezosos que no tramitan ante  los gobiernos sus solicitudes, o, más bien, por quienes lo hacen? Ello no puede  satanizarse. Se trata de política; de intereses, incluidos los de comunidades que no tienen, muchas veces, otro canal para tramitar sus demandas  diferente a los congresistas que elige.

Así  que el objetivo de derrotar la corrupción es, también, un objetivo de gobierno. Quienes han convertido el saqueo del erario en su modo de vida, asociado a la mala política, lo deben entender de una vez por todas. Debe ser un propósito nacional; una bandera del gobierno y no solo de la naciente oposición.

@herejesyluis

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