Presión oficial peligrosa

Cecilia Orozco Tascón
03 de junio de 2020 - 05:05 a. m.

En una extensa hoja de vida de Luis Guillermo Echeverri, del año 2009, que él elaboró cuando aspiraba a ser elegido gerente de la Federación de Cafeteros, y cuando pese a ser hijo de Fabio Echeverri Correa, el “hombre del presidente” Uribe, todavía tenía que llenar requisitos para aspirar a altos cargos, Luigi, como le gusta que lo llamen, puso unos 50 nombres de personalidades que podrían dar referencias sobre él. Impresionante. Entre esos nombres el primero era, como ustedes pueden suponer, “Álvaro Uribe Vélez. Presidente de la República de Colombia”, rotulado de esa manera obvia, tal vez para que a los comités de cafeteros no les cupiera duda del peso político de su candidatura. El segundo era “Óscar Iván Zuluaga. Ministro de Hacienda y Crédito Público”, el funcionario de gabinete de mayor importancia para la Federación. En cuarto lugar figuraba “Iván Duque Márquez. BID” (buen ojo el del doctor Luigi, pues en esos años Duque Márquez era solo un colombiano del montón, eso sí, con buen puesto en el exterior). En la extensa lista también se destacaban los nombres de su propio padre, a quien presentó, cambiando intempestivamente de idioma, como “Advisor to the President of Colombia”; “Andrés Arias. Former Colombian Minister of Agriculture”; y, dos puestos más abajo, “Juan Manuel Santos C. Colombian Minister of Defense”. De este, en particular, indica, mediante unos símbolos cuyo significado explica al final del listado, que era su “compañero de trabajo” y que daría “referencias profesionales indirectas” y “personales” sobre él (ver).

No obstante el poderío de los mencionados, el doctor Luis Guillermo no fue elegido. Aunque eran tiempos de total injerencia presidencial en el destino de los grandes negocios privados del país, la Federación, autónomamente, inclinó sus votos (42 de 62) por Luis Genaro Muñoz, un antiguo ejecutivo cafetero. Nadie mostró interés en Echeverri hijo (ver).

Ahora el país nada sobre la tercera ola de dominio uribista con el gobierno de su antiguo “compañero de trabajo” Iván Duque y las cosas son a otro precio: Luigi tomó el puesto de su progenitor y ha seguido, fielmente, sus pasos. Primero y ante todo, como “advisor to the President” y, después, en las juntas directivas de su interés a las que ya no tiene que enviar su currículum porque llega a ellas derecho y con la aureola de delegado del jefe de Estado. Especialmente, a la de Ecopetrol y a la de la Cámara de Comercio de Bogotá, ambas entidades de los afectos profundos de Fabio Echeverri, en donde se recuerda su tono imperial.

Se sabe que el hijo anda replicando los actos del padre, asunto que no sería relevante fuera de su círculo familiar si no fuera por el impacto de su influencia y de sus intervenciones en nuestros destinos, los de Colombia, y si no fuera porque es el altavoz de Duque. Por estos días ha dado mucho de qué hablar Asocaña, el gremio de los azucareros cuyo control se concentra en 13 ingenios de inmensa riqueza en dinero y tierras, en zona de conflicto social. Haciendo uso de sus derechos, tal como hace 11 años lo hizo la Federación de Cafeteros, Asocaña designó, el lunes 25 mayo pasado, al exministro y exasesor de paz Frank Pearl como su nuevo directivo (ver). El martes, miércoles y jueves siguientes, la Casa de Nariño levantó el teléfono para comunicarse con unos miembros de la junta. Su advertencia: el nombramiento de Pearl no era bien recibido y si mantenían la oferta, los azucareros no tendrían ninguna interlocución con el presidente ni con su administración: amenaza directa para quienes dependen del precio de su producto, los aranceles y el fondo de estabilización, entre otros factores, para que su negocio gane a manos llenas. Pearl fue vetado por Duque, Uribe y su partido porque participó en el Acuerdo de Paz de Santos lo que, en la retorcida mentalidad del actual régimen, lo condena a más años de pena que si se hubiera alzado en armas.

Echeverri, como su padre en su época, habría sido quien intimidó a Asocaña. Pero no fue el único. También presionó a los cañicultores Susana Correa en su doble condición de funcionaria de confianza de Duque (directora del Departamento para la Prosperidad Social) y de hija de un accionista del ingenio Mayagüez. Sabrá Dios si puede denunciársele, a ella, por conflicto de interés. Frente a semejante coacción, Asocaña “desnombró” a Pearl en un comunicado vergonzoso (ver) y cayó de rodillas, suplicante, ante el peligroso anuncio político-económico del Gobierno. En junta de Ecopetrol se habría escuchado decir al señor Echeverri que debía quedar claro que quien no esté con ellos (léase uribismo) no podrá tener “ningún juego” en empresas públicas o privadas. Un recuerdo: cuando su padre era presidente de la Andi, obligó a los socios del Noticiero de las 7 a botar a su director, Juan Guillermo Ríos, a quien culpó de tener amistad con el M-19, el grupo que negociaba la paz con el presidente Betancur, bajo otra amenaza: quitarle la pauta. Gotas de agua también respecto de algunos medios, ayer y hoy. Una democracia seria no puede funcionar así.

 

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