#EconomíaParaMiPrima

Préstamos (y cielos) abiertos, para mi prima

Martín Jaramillo
05 de septiembre de 2020 - 05:00 a. m.

La crisis del coronavirus ha dejado a 1,6 millones de hogares sin poder comer los tres platos del día y solo hasta ahora las administraciones locales empiezan a aflojar la pluma autoritaria con la que quebraron miles de empresas. Mientras tanto, al Gobierno Nacional se le ocurrió tirarle un préstamo salvavidas a Avianca en lugar de formular otros caminos de reactivación económica.

Los recursos que se les cobran a los contribuyentes colombianos en el IVA y el 4 x 1.000 no deberían ir a empresas privadas específicas que quebraron, sino más bien a apoyos para la población y alivios generales para todas las empresas. Sin embargo, hay tanta desinformación alrededor del tema de Avianca que vale la pena explicarlo en detalle.

—A ver, prima, me sirvo un tinto que hay mucha tela por cortar.

Mira: lo primero que hay que decir es que Avianca está en estos momentos en el famoso “Capítulo 11”. Este es un proceso donde Avianca va a un tribunal gringo de bancarrotas por sus problemas financieros. Cuando la aerolínea no tiene con qué pagar sus deudas, le toca reorganizar sus finanzas o liquidar la empresa: Avianca está intentando reorganizarse en compañía de un juez y el gobierno colombiano le dio una mano con unos recursos.

—Primo, y si está quebrada, ¿por qué le vamos a prestar plata? ¡No nos van a pagar nunca! —me dijo mi prima de diez años.

—Eso no es cierto. El Gobierno prestó un crédito “senior”. Es decir, Avianca debe pagar primero este crédito al Gobierno, que además tiene garantías, antes que el resto de sus deudas a los inversionistas. Avianca sí parece que va a pagar.

Volvamos, Isabel:

Lo segundo que hay que decir es que Avianca es muy importante para el país. Mueve el 50% de los pasajeros nacionales e internacionales de Colombia, emplea a miles de personas, es la segunda aerolínea más antigua del mundo y es esencial para la conectividad del país. Tercero, el préstamo no es corrupto, como han querido sugerir los tramitadores de indignación y de politiquería barata: Estados Unidos ayudó a sus aerolíneas, Alemania ayudó a Lufthansa, Italia a Alitalia, Noruega a Norwegian, Bélgica a Brussels y Francia a Airfrance.

Todo parecería indicar que Colombia depende de Avianca para estar conectada y tener una economía sólida, y que por eso toca salvarla, pero me permito dudarlo.

Hoy dependemos de Avianca porque mueve la mayoría de pasajeros, pero tiene ese poder de mercado, precisamente, porque el mismo Gobierno colombiano les hace imposible la operación a otras aerolíneas. En vez de salvar una empresa cuasi monopólica con el dinero de los contribuyentes, deberíamos aumentar las “libertades del aire” para tener más competencia y no depender de una sola.

—¿Cómo así, primo? ¿De qué habla?

―Te pongo un ejemplo. La aerolínea Qatar quiso entrar a Colombia porque creía que podía ofrecer vuelos a Madrid, Miami, Los Ángeles y otras rutas a un mejor precio y con mejor servicio. ¿Qué crees que hizo Avianca?

—No sé, ¿mejorar sus precios y el servicio que les ofrece a los colombianos?

—No, prima. Le pidió al Gobierno prohibir la competencia para poder seguir abusando de sus consumidores, que tienen muy poca elección.

—¿Esa es la empresa que van a salvar con nuestro dinero?

—Me pregunto lo mismo.

Yo tampoco creo que Avianca desaparezca si el Gobierno no la ayuda. Quiebran los inversionistas, los acreedores y tal vez despidan a uno que otro ejecutivo, pero quedan las rutas, la marca, los datos y la tradición que han construido a lo largo de los años para que las utilice un nuevo dueño que sepa hacer mejores negocios.

Ninguna empresa es viable cuando tiene una percepción tan alta de mal servicio, recibe protección de la competencia y fuera de eso pierde plata; recordemos que esta no es la primera vez que Avianca se cuelga en sus deudas. El papel del Gobierno debe ser el de fomentar la competencia, no malgastar recursos en empresas ineficientes.

Lo importante para la economía no es sostener a Avianca, sino la conectividad que nos da un mercado competitivo que hoy prohibimos por ley. Con cielos abiertos podremos tener más empresas, más rutas y más frecuencias, darle más poder al viajero y a la competitividad de la economía sin necesidad de malgastar recursos públicos.

@tinojaramillo, martin.jaramillo@email.shc.edu

 

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