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Primavera

Oscar Guardiola-Rivera
16 de julio de 2014 - 04:42 a. m.

Escuché a Sinfonity en un programa matutino de la Radio Nacional Española. Su interpretación del Regreso de la primavera me recordó el Concierto barroco de Carpentier y las tardes juveniles en que escapábamos de clase para ver el legendario concierto de Deep Purple y la Sinfónica de Londres en la Cinemateca Distrital.

Sinfonity reúne a varios músicos con formación clásica, todos ellos guitarristas de rock. De un tiempo para acá se han dado a la tarea de recrear algunas de las piezas más conocidas del repertorio clásico con ayuda de sus amplificadores. Deben ser la primera orquesta clásica compuesta en su totalidad por guitarras eléctricas.

El experimento inverso ya había sido intentado antes. Cuatro cellistas finlandeses han presentado en diversos escenarios del mundo, incluyendo Bogotá, el repertorio compuesto originalmente por la banda de speed metal Metallica. Y aunque el concierto de Deep Purple y la Sinfónica en el Royal Albert Hall de los sesentas sea su oscuro precursor, nadie antes había intentado un experimento retrofuturista similar.

La razón de ello quizás no sea musical. Tiene que ver con el espíritu de la primavera. Es una razón existencial. “La primavera no es una estación”, ha escrito el inglés John Berger. “Se trata más bien de un anhelo o una esperanza”.

Lo que se espera, dice, no es un nuevo comienzo sino la capacidad de elegir una vez más. “En el invierno del descontento”, concluye el inglés, “no hay opciones para decidir”.

En la España de hoy existen pocas opciones para decidir. El sur europeo, cálido y mediterráneo, es el invierno y el descontento de Europa. Ello hace más significativo el que un grupo de jóvenes explore el pasado en ruinas con el fin salvar de entre ellas lo que pueda servir para construir una vez más el futuro. Se trata de ampliar las opciones con el fin de poder decidir una vez más.

En tal sentido, los miembros de Sinfonity no están tan lejos de los jóvenes españoles de Podemos, el movimiento político que está causando un verdadero terremoto en la política sureuropea. Los primeros no tienen por qué ver en su arte la intencionalidad política que los segundos hacen explícita. Más bien, unos y otros intentan responder a su manera la cuestión existencial acerca de la relación entre decisión y opciones. Para ambos se trata de multiplicar estas últimas con el fin de hacer que la primera sea posible.

Podemos dice haber aprendido esa lección de Latinoamérica. También en la novela de Carpentier son los europeos —Vivaldi entre ellos— quienes aprenden de nosotros, en Cuba, la música barroca. Berger declara asimismo haber aprendido el significado de la primavera en la rebelde Chiapas. “Llega desesperada y repleta de esperanza; por ello su clandestinidad es necesaria”, escribió al Subcomandante Marcos. Clandestina primavera.

 

*Óscar Guardiola Rivera

 

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