Privatización e IVA

Eduardo Sarmiento
30 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.

Durante el predominio neoliberal se generaron grandes rentas que se las han apropiado los más poderosos. El capital encontró un campo abonado en las privatizaciones y las reformas tributarias.

Las privatizaciones significaron transferencias que les generan ganancias mayores que las actividades regulares. En el sistema pensional los fondos privados (AFP) obtienen ingresos muy superiores a las reservas pensionales. Las AFP se quedaron con los cotizantes y Colpensiones, con los pensionados. Mientras el sistema privado opera con grandes excedentes, Colpensiones lo hace con faltantes que le significan al presupuesto nacional erogaciones de $42 billones.

En el sistema de salud, las EPS le adeudan más de $8 billones a los hospitales, que los presentan como activos, pero sin aclarar que en algún momento tendrán que ser asumidos por el Gobierno. En el sistema educativo, los estudiantes del programa Ser Pilo Paga causan erogaciones muy superiores a los costos de las universidades públicas y les reportan márgenes de ganancia excesivas a las instituciones privadas. Para completar, no sobra señalar que las licitaciones de obras públicas se consiguen a pérdidas y las ganancias se obtienen luego con los ajustes y sobrecostos.

Es claro que las privatizaciones de las pensiones, la salud, la educación y las concesiones de infraestructura significan cuantiosas transferencias del sector público al capital. La secuela social está a la vista. El 40 % más pobre obtiene solo el 15 % de la factura tributaria.

Las reformas tributarias de los últimos años se han orientado a sustituir la tributación a la renta y el patrimonio por el impuesto de valor agregado (IVA). La disposición reduce la carga tributaria del capital y aumenta la del trabajo, en particular de la clase media. El efecto neto sobre el recaudo no es muy grande en los países desarrollados, donde los ingresos de la clase media son superiores a los del promedio. En cambio, en los países en desarrollo como Colombia, donde el ingreso de la clase media es inferior al promedio, se reduce la capacidad de recaudo y se incrementa la inequidad. Es precisamente lo que se observa en la realidad. A pesar de las frecuentes reformas tributarias, la tributación del país es inferior a la de naciones similares y es altamente inequitativa; el coeficiente de Gini es similar antes y después de impuestos.

En los cursos elementales se enseña que la función primordial de la política fiscal es aumentar los recaudos y reducir las desigualdades. Por lo general el logro de un propósito se consigue a cambio de otro. En el caso de la tributación dominada por el IVA se configura el peor de los mundos. La modalidad significa reducción tanto en la equidad como en los recaudos.

El predominio del IVA resulta de una concepción equivocada. En los altos círculos de la OCDE y de los organismos internacionales, se creía que los países habían entrado en una etapa en que el capital se debilitaba y el crecimiento recaía en forma ascendente en el trabajo. Sin embargo, los resultados han sido distintos. El capital es el gran ganador. En todas partes su participación en el producto aumenta 4 % anual.

Si el país pretende avanzar en un Estado social equitativo tiene que empezar por introducirle modificaciones radicales al gasto público. Se requiere una estructura en la cual los sectores menos favorecidos obtienen una participación en la tributación similar o mayor a su participación en la población. Adicionalmente, se plantea volver a la estructura tributaria basada en los gravámenes a la renta y al patrimonio de tarifas crecientes con el ingreso y la riqueza.

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