Proyecciones o cambio estructural

Eduardo Sarmiento
28 de abril de 2019 - 02:00 a. m.

Al principio del año los organismos internacionales y el Gobierno, dentro de un gran despliegue, presentaron proyecciones de crecimiento del 3,5 % del PIB, alentados por la Ley de Financiamiento. Mientras persistan las deficiencias estructurales del modelo económico no será posible superar el estancamiento de los últimos cinco años y recuperar las tendencias históricas. Como lo anticipa la información de los dos primeros meses, el crecimiento del PIB estará por debajo del 3 %.

Las proyecciones del Banco Mundial y el FMI, que son acogidas por las instituciones nacionales sin mayor beneficio de inventario, se basan en procedimientos estadísticos que captan las similitudes con los países vecinos y los vínculos con la economía mundial. Sin embargo, están expuestas a grandes imprecisiones, porque no contemplan las características propias de las economías. Así, no se ha entendido que las economías con elevado déficit en cuenta corriente y tipo de cambio flexible terminan con excesos de ahorro que tornan inefectivas las políticas monetarias y fiscales convencionales.

En el primer curso de macroeconomía se enseña que en una economía balanceada el consumo, la inversión y los ingresos externos evolucionan al mismo ritmo. Pues bien, la economía colombiana opera dentro de un total desorden. La inversión crece por debajo del consumo y los ingresos externos descienden. Las proyecciones basadas en el consumo sobreestiman la realidad. Las soluciones basadas en comportamientos regulares fallan en forma sistemática.

No menos dicientes son las decisiones monetarias y fiscales. La baja tasa de interés de referencia es neutralizada por la elevada tasa de interés de los TES: la liquidez no llega a las empresas. Por su parte, la decisión de la regla fiscal de ampliar el déficit fue inoperante, porque no contempló los recursos para financiarlo. La economía va a la deriva. Los mecanismos de control son inefectivos y contradictorios.

Es hora de que se acepte que el modelo económico adolece de grandes fisuras en la balanza de pagos y en el Banco de la República. El sistema arancelario y la organización cambiaria dan lugar a importaciones muy superiores a las exportaciones. El déficit en cuenta corriente en corto plazo superará el 4 % del PIB, lo que conduce a un endeudamiento insostenible. Por su parte, el manejo del Banco de la República carece de flexibilidad para evitar que el déficit en cuenta corriente ocasione un estado de exceso de ahorro que torna ineficaces las políticas fiscales y monetarias convencionales. En consecuencia, el producto nacional crece dos puntos por debajo de su potencial y el salario evoluciona por debajo de la productividad.

Las predicciones y las políticas no fallan por la aritmética sino por la consistencia. El problema no es de metodologías o consensos, sino de teoría y determinación política. Los desaciertos en las políticas comerciales y cambiarias y en la orientación del Banco de la República ocasionaron grandes déficits en cuenta corriente, elevado endeudamiento, exceso de ahorro y salario por debajo de la productividad.

La solución se ha buscado con proyecciones optimistas y buenos deseos. Los desaciertos se justifican diciendo que en el año siguiente todo mejorará. La solución no está en el juego de las cifras y proyecciones. La recuperación del crecimiento y la estabilidad de la balanza de pagos requieren un cambio drástico en la estructura comercial de importaciones y exportaciones y una amplia coordinación entre la política monetaria y fiscal.

 

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