¡Que cante!, ¡que cante!

Ana Cristina Restrepo Jiménez
05 de mayo de 2018 - 04:30 a. m.

Cambridge Analytica no está sola. Los pícaros virtuales son una especie adaptable, mas no infalible: la consultora británica, protagonista del mayor escándalo de privacidad en la historia de las redes sociales, anunció su cierre. Dice que fue lapidada por “actividades que no solo son legales, sino que son ampliamente aceptadas como un componente estándar de la publicidad en línea”.

La legislación en internet está en permanente construcción, transita entre zonas grises sobre lo que debe ser considerado legal. Pero no todo lo legal es ético. Ni todo lo que parece ilegal efectivamente lo es.

El periódico universitario De la Urbe reveló que Mateo Gómez Vahos, contratista de la Alcaldía de Medellín, creó perfiles falsos para la administración de Federico Gutiérrez. La Silla Vacía replicó el contenido con el título "La bodega de Fico".

Conquistar el ágora de Twitter con bots y perfiles falsos activos es comparable con la costumbre de atestar plazas públicas con hordas que siguen a un político a cambio de tamales, aguardiente, cemento o dinero.

Los perfiles en cuestión no son una sospecha. Entre las pruebas de su existencia están el pantallazo con la instrucción para su creación, los testimonios de fuentes (protegidas) y las características comunes de dichas cuentas.

Pero el problema es otro. Esos perfiles movilizaron la etiqueta #ApoyoAUribe y divulgaron información falsa sobre una concejal del Polo. (Gómez Vahos, quien todavía trabaja para la Alcaldía, es un contratista independiente, externo, privado. Sin embargo, no sobra decir que en marzo trabajó simultáneamente para el Centro Democrático).

Aunque muchos políticos engrosan sus cuentas con perfiles falsos, el asunto cambia cuando la financiación proviene de recursos públicos. Más aún si intervienen en política.

Pedro Vaca, director ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa, asegura que no existe zona gris: “Si creas un perfil falso en cualquier red social no tienes ningún compromiso con lo público: no estás ejecutando recursos públicos, no tienes vocería ni autoridad pública. Lo que sí está regulado es que un funcionario no puede manipular el debate público. Su voz debe estar en función de la verdad, la transparencia […]. Antes que ilegal, me parece mañoso”.

El contrato en sí parece legal, la ejecución podría no serlo.

Vaca es enfático en la no regulación de los perfiles falsos: “¿Cómo conoceríamos los abusos en Venezuela si no fuera por las cuentas falsas?”.

Carlos Cortés, de la Mesa de Centro, considera que hace falta regulación en cuanto a topes de publicidad en campañas y términos de transparencia.

¿Dónde están los organismos de control? ¿Los interventores del contrato? ¿Los concejales? ¿La prensa paisa? ¿El alcalde?

Jorge González, secretario de Comunicaciones, niega que la Alcaldía avale dichas estrategias.

En plena coyuntura, Gómez Vahos publicó en su Instagram una foto de viaje en la cual le hace pistola a la cámara. Luce en su camiseta: “Stupid is as stupid does”.

La experiencia inmediata indica que si la ciudadanía busca una reacción pronta y efectiva de Federico Gutiérrez, más vale apelar al método de Farruko y Víctor Manuelle: cantársela al alcalde.

 

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