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"Qué difícil es hablar español"

Tulio Elí Chinchilla
08 de marzo de 2012 - 11:00 p. m.

Así se titula el video humorístico-musical de los hermanos Juan Andrés y Nicolás Ospina, colgado en YouTube y al que pudimos acceder desde El Espectador.com el pasado 3 de marzo.

Reviviendo el mejor estilo de Les Luthiers, los dos jóvenes bogotanos se mofan de las dificultades de comprensión idiomática surgidas de la polisemia multicultural del castellano (los múltiples significados que una palabra de uso cotidiano puede llegar a tener en España y en los países de Latinoamérica).

Con gracia y estilo refinado el dueto muestra lo que puede la creatividad musical unida al ingenio literario, cuando se trata de ironizar sobre temas tradicionalmente serios y académicos. Mensaje: la polivalencia semántica de expresiones tales como “estar mamado” (significa “estar borracho” en Argentina, “haber sido chupeteado” en la Península y “estar agotado” en Colombia) es signo de riqueza y diversidad cultural, aunque para un anglosajón ello constituya una barrera comunicativa casi infranqueable.

En verdad la polisemia es fenómeno común a todos los idiomas; todo símbolo está condenado a la multivocidad, sobre todo en el lenguaje natural en el que las palabras se construyen con imágenes y metáforas del ingenio popular. Tampoco es la ambigüedad la dificultad mayor para aprender español, debe ser más torturante la intrincada y caprichosa gramática de nuestra lengua, especialmente la conjugación de verbos. Pero ninguna de tales observaciones resta valor al video, porque, en el fondo, los ocho minutos y medio de esta obra festejan el orgullo de hablar castellano.

De hecho, cuando españoles y latinoamericanos de diversas naciones comparten amigablemente, un motivo de disfrute y jolgorio es constatar la radical diferenciación entre los significados de nuestras palabras más entrañables. Resulta divertido el que la misma voz pueda nombrar aquí algo sagrado, mientras en el país vecino refiere algo prosaico o una grosería (verbigracia, “concha”, “capullo”, “chiva”, “chucha”). Prueba que la diversidad no nos separa ni aleja; antes por el contrario, nos atrae y acerca, es grata y alegra.

Otro pasaje del video se burla de la anglización del español: “Y el que cuida tu edificio es un ‘guachiman’, y con los chicos de tu barrio sales a ‘hanguear”, y la glorieta es un ‘romboy’, y te vistes de ‘overol’”. Fenómeno de aculturación que traduce una ridícula reverencia a la cultura anglo, un ignorante desprecio por nuestras formas lingüísticas e idiosincráticas.

A los anteriores anglicismos, los Ospina podrían agregar otros de uso frecuente que nos ponen a sentir y pensar a la americana: en vez de solicitar una beca, “aplicamos” a ella (de apply); los autores no componen canciones sino que las “escriben” (de write); disculparse exige “presentar apologías” (de apologize); en vez de ennoviarse, los jóvenes “salen” (de go out) con alguien, y “hacen el amor” (make love), locución esta que no alude a un sentimiento sino a una actividad física (tanto que, hoy, los doblajes de películas nos están vendiendo otra peor: “tener sexo”). Con razón el video concluye socarronamente: “this is exhausting”.

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