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¿Qué esperar de los sauditas?

Luis E. Giusti L.
20 de enero de 2013 - 11:00 p. m.

Las sanciones a este país afectan también a las economías occidentales, ya que incidirán en el incremento del precio del petróleo.

 Las sanciones impuestas a Irán por la Comunidad Europea y Estados Unidos, sin duda representan una inmensa carga económica sobre ese país. Un 80% de los ingresos de divisas y un 65% de los ingresos fiscales de Teherán provienen de las exportaciones petroleras. Pero las sanciones también afectan de manera importante a las economías occidentales en la medida en que provocan el aumento de los precios petroleros, haciéndoles la vida difícil a países de economía vulnerable como los del sureste europeo, al igual que Corea del Sur y Japón.

Por esa razón existen dudas de que las sanciones puedan aplicarse con efectividad, puesto que en situaciones como esa se genera una especie de “mercado negro” aprovechado por aquellos que están dispuestos a pagar el premium requerido.

Por otra parte, Irán es conocido por la práctica de escoger recortarles suministros a mercados a su antojo. Pero la razón más importante por la cual las sanciones pierden efectividad, es que los grandes consumidores asiáticos no participan. Ambos —China, que es el mayor cliente de Irán, con compras de 550.000 bpd, e India, con 400.000 bpd— continúan comprando petróleo iraní.

En el mejor de los casos, las sanciones occidentales por sí solas se traducen en una tranca diplomática, y en el peor de los casos pudieran representar una política de escalación, la cual disfrazada de política de contención podría conducir a una guerra con grandes riesgos para la estabilidad regional y la economía global.

Resulta indiscutible que ningún boicot funcionará sin China, dada la dimensión de su economía y su insaciable demanda petrolera. Lo que no luce tan obvio, es cómo pueden los promotores del embargo sumar a China en el propósito de aumentar las presiones económicas sobre Irán? Que Occidente trate de acorralar a China en ese propósito, simplemente no funcionará. ¿Qué otra cosa entonces podría incidir en esa lucha de poder?

Los países árabes tienen un interés vital en desmontar las iniciativas nucleares de Irán. Consideran a ese país como enemigo y temen que un Irán nuclear “haría enorme daño a la estabilidad regional”. Por otra parte, los estados del Golfo poseen el commodity que mas desea China, su inmensa reserva petrolera y sus estables exportaciones petroleras. De hecho, la más importante relación de suministro petrolero de China está anclada en los Estados petroleros del Golfo. Del total de 5,5 millones de bpd de importaciones petroleras de China, 2,3 millones de bpd provienen de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait e Irak, mientras que de Irán reciben solamente 550.000 bpd.

Arabia Saudita ha anunciado claramente su decisión de compensar cualquier déficit en las exportaciones Iraníes. Por su parte, la Agencia Internacional de Energía ha indicado que dispone de 14 millones de barriles de inventarios de emergencia, que pueden ponerse en el mercado a lo largo de un mes. Estos anuncios han ayudado a mantener los precios entre 100 y 110 $/bbl. Hay que tener presente que podrían ser mucho más altos, si se toman en cuenta los problemas de suministro que afligen a Sudán, Siria, Yemen, Nigeria y Libia, a los cuales se suman las frecuentes amenazas contra el Estrecho de Ormuz.
Pero bajo esa política saudita no hay duda de que Irán mantendrá sus exportaciones asiáticas.

En el juego de poder en el Medio Oriente, los sauditas podrían estar contemplando hacer todo lo contrario. O sea, anunciar que no compensarán ningún déficit de suministro de Irán generado por las sanciones. O tal vez ir un paso más allá, y amenazar sutilmente con reducir sus exportaciones. La consecuencia inmediata sería un aumento sustantivo de los precios petroleros.

Eso llamaría inmediatamente la atención de China, país que enfrenta una dura lucha contra la inflación, posiblemente obligándola a poner su atención en el asunto de Irán y las sanciones. Eso podría conducir a un acercamiento entre chinos y sauditas y a una reconsideración de la posición china ante las sanciones.

La confrontación entre Irán y Arabia Saudita por el predominio en la región del Golfo es ya un asunto abierto que podría degenerar en una nueva guerra. Irán utiliza el embargo para sacar ventaja política, pero tal vez la fuerza más importante en el proceso proviene de las crecientes preocupaciones de Riyad por el desarrollo de la capacidad nuclear de Irán.

*lgiusti@csis.org

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