¿Qué hacer con la industria?

José Manuel Restrepo
24 de agosto de 2014 - 02:00 a. m.

Los datos más recientes de producción confirman la realidad de que la industria aún no levanta cabeza.

Si bien la producción semestral crece al 2%, dicho valor sigue siendo muy bajo en un país que creció en el primer trimestre al 6,4% y donde los indicadores de demanda interna son altamente satisfactorios. Y cuando se revisan las cifras detalladas para el mes de junio, el panorama no puede ser más preocupante: 21 sectores del total de 44 muestran caídas en producción, ventas y aumento en los inventarios. Se prende una luz de alerta que aún no podemos pasar de rojo a amarillo. La realidad es que la industria sigue en dificultades y el argumento en contra de la desindustrialización aún no es lo suficientemente fuerte para contrarrestarlo.

En este escenario han aparecido dos reacciones erráticas que o no son la solución o pueden convertirse en un problema más para el crecimiento industrial. Una de ellas fue la propuesta, que no ha tenido mayor eco en el país, respecto a la creación de un Ministerio de Industria. Dicha propuesta típicamente voluntarista cree que si se identifica un Ministerio para la industria, ello hará que dicho sector tenga más atención y por ende sus dificultades serán más rápidamente disipadas. Y a continuación se hace referencia a nueve países que supuestamente tienen dicha estructura. Lo primero a decir, es que de esos destinos, en por lo menos siete el

ministerio no se dedica al asunto exclusivamente y, normalmente lo combina con temas de desarrollo, tecnologías de información y comunicación, entre otros asuntos. No es a partir de modificaciones de estructura que la industria va a superar los problemas de tasa de cambio, contrabando, costos de logística y transporte, costos de energía, costos laborales excesivos, entre otros asuntos.

Realmente la necesidad es de una verdadera política industrial liderada por alguien con esas ganas de hacerlo, acompañado de un esfuerzo con el sector privado para mejorar significativamente en las políticas de competitividad e innovación, en capacidad de acceso a los mercados del mundo y a las nuevas oportunidades derivadas de los TLC, y en el desarrollo de la micro y pequeña industria.

Y aquí entra la segunda reacción. Una muy positiva con el lanzamiento de la Política Nacional de Competitividad por parte del gobierno nacional, que en más de 10 asuntos resume el interés de un desarrollo productivo más inclusivo, con un propósito de más equidad regional y de sectores, claramente orientado a un mejor uso de la ciencia y la tecnología. Lo que en ese mismo escenario nadie entiende, y por el contrario se aplaude a “rabiar”, es la intención del gobierno de devolvernos al modelo anterior del sistema de “horas extras”.

Aclaremos para los lectores que en Colombia no se han eliminado las horas extras, sino que se ha flexibilizado el sistema, justamente para aumentar la capacidad de generación de empleo (como viene sucediendo en los últimos años). Por eso nadie entiende que cuando vamos por la senda correcta de hacer más competitivos los costos de nuestro sistema productivo, ahora pretendamos retroceder y poner en riesgo los avances en generación de empleo y afectar la industria de manera grave. Allí necesitamos coherencia de política productiva.

Bienvenidos los esfuerzos para que el tema científico y tecnológico vuelva a ser parte de la narrativa oficial y que efectivamente ello implique aumentos significativos en el presupuesto nacional en ciencia y tecnología.

Bienvenido el poderoso llamado del Consejo Privado de Competitividad en el discurso que pronunciara en el lanzamiento de la política nacional de competitividad, que es realmente una descripción detallada de todo lo que debemos hacer para salir adelante en el sector productivo e industrial. Y dejemos a un lado los “cantos de sirena” de burocráticas propuestas de más ministerios como camino a fortalecer algunos sectores o de volver a la trasnochada idea del modelo antiguo de “horas extras” en el país, el mismo que no nos dejó lograr avances tan importantes en reducción a la tasa de desempleo, como efectivamente se ha logrado hasta este momento con políticas contrarias. 

*José Manuel Restrepo Abondano
jrestrep@gmail.com / @jrestrp

 

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