¿Qué hacer con un dólar a $3.500?

Luis Carvajal Basto
07 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

“No se sabe quién es más ingenuo: si quien pronostica el precio del dólar, o quien le cree a sus pronósticos” (Proverbio usado entre economistas). Dicho esto vale la pena intentar un análisis sobre lo que ocurre.

La incertidumbre desatada en la economía mundial por la guerra comercial y el Brexit, en aumento por la escalada de aranceles entre USA y la Unión Europea (¿otra guerra?), puso el dólar a 3.500, el doble de  enero de  2013 (1.758). Pueden discutirse pros y contras de la devaluación, pero, en realidad, tenemos pocos factores bajo control para cambiar, en uno u otro sentido, tal dinámica.

En teoría, la devaluación encarece los bienes importados y baja el precio de los que exportamos, haciéndolos más “competitivos”; tendiendo, en el largo plazo, a  un equilibrio de la Balanza Comercial. Sin embargo, el precio de nuestro petróleo y minería, principales bienes exportables, depende de otro tipo de factores como  demanda y  oferta mundial y el desempeño global de la economía. La devaluación genera, por demás, otro tipo de problemas, como su efecto en las finanzas del Estado y, a estos niveles, un indiscutible impacto en la inflación. Muchos bienes indispensables, entre ellos el trigo con que se produce pan, por ejemplo, se pagarán con dólares más caros.

La balanza comercial colombiana, debe decirse, comenzó su declive en 2014, con un saldo en rojo de -6.231 millones de dólares, que escaló a -15.581, -11.081,-5.950,- 7.040 y -5.454 en los años siguientes y lo que va de 2019.En consecuencia, nuestra deuda externa pasó de  92,073 millones de dólares en 2013(24.1% del PIB),  hasta US$134.972 millones a junio de 2019 (41,6% del PIB).El país se endeudó y la deuda casi se duplicó en ese breve periodo.

Ocurre en un momento en que la economía ha mostrado un desempeño “aceptable”, si se compara con el mundo y otros países de la región. Nuestro PIB esperado es de 3.2%-3.5%, frente  al 0.5% de América Latina  y un estimado, nuevamente a la baja, inferior al 3% para el mundo. Las sombras internas se refieren a las cifras de desempleo y a lo que ocurriría con una eventual caída de la Ley de financiamiento, pero no, afortunadamente, a la demanda interna. Otras variables importantes, como la inflación, se mantienen, hasta ahora, dentro de los rangos esperados.

¿Qué pasaría con un peso fuerte? Podemos preguntarle al presidente Trump quien “prende velas” para que la FED rebaje las tasas de interés, ante el encarecimiento de las exportaciones norteamericanas lo que deteriora, aún más, su propia balanza comercial.

La frase del ministro de Hacienda, en relación a que “estamos  cubiertos”, frente a una complicación de la situación cambiaría, seguramente se refiere a nuestras reservas, tasadas, a agosto 30, en 52.473,4 millones de dólares, suficientes para pagar un año largo de importaciones de 2018 (107%).Como referente, el mundo (Banco mundial)  tenía en 2018 10.8 meses; Argentina 7; Estados Unidos 1; China 13. Colombia, en ese reporte, aparece con 7, una cifra similar, y preocupante, como la de Argentina, uno de los países en que se ha desatado la desconfianza. Ese país, por ejemplo, ha visto duplicarse en pocos meses el pago de su deuda externa que pasó de representar el 30% del PIB en 2018 al 60% en lo que va del año generando una crisis cambiaría.

Algunos analistas han propuesto, como respuesta, “cambiar el modelo”. Pero Gobernar; diseñar y ejecutar políticas; orientar los recursos y capacidades públicas, es diferente a proponer ideas. En primer lugar el gobierno sucede en los tiempos  y el mundo real; en las circunstancias y entornos posibles y no en los “ideales”. Proponer un cambio de modelo en la economía colombiana, a propósito de la eventual recesión o el incremento del precio del dólar, no deja de ser una perspectiva interesante y discutible, pero, en la práctica, no serviría para solucionar nuestros problemas en el corto y mediano plazo.

Tampoco ayudaría, en las actuales circunstancias, un fallo de la Corte que declare inconstitucional la Ley de financiamiento. ¿De dónde saldrá la plata que el Estado necesita para funcionar y mantener la dinámica de la economía sobreaguando?

@herejesyluis

Posdata. A propósito de economía, en su última columna, el nobel Paul Krugman, como lo ha venido haciendo este columnista de manera insistente, destacó que una recesión mundial sería consecuencia de errores “deliberados” de política al afirmar: “Pero ahora parece que Trump realmente logrará algo único: bien podría ser el primer presidente de los tiempos modernos en presidir una depresión que puede atribuirse directamente a sus propias políticas, en lugar de la mala suerte.” Ver aquí.

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