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Qué pasa con el gas

Salomón Kalmanovitz
28 de septiembre de 2020 - 02:00 a. m.

La estufa de los colombianos ha pasado de ser alimentada por carbón vegetal, o el olvidado cocinol, a la electricidad más cara y al gas domiciliario más económico. Existe una producción nacional de combustible, proporcionada por Ecopetrol y otras empresas medianas y pequeñas que exploran, lo extraen y lo transportan. El informe de Naturgas “Indicadores 2019” anuncia que “Colombia tiene un potencial de hasta 54,7 TPC (terapiés cúbicos), lo cual equivale a multiplicar por casi 18 las reservas probadas actuales que tiene Colombia”.

Esta producción está amenazada por las plantas de regasificación —una en Cartagena y otra prevista en Buenaventura—, que procesan las importaciones de Estados Unidos y encarecen las tarifas residenciales. Se afecta en especial a los estratos 1 y 2 de la población, que pagan hasta el doble del costo del combustible: mientras que las regasificadoras cobran entre US$7 y US$8 por pie cúbico, los productores locales cobran US$4,5. El negocio es posible gracias a la regulación del Gobierno, que favorece a los importadores de gas, perjudica a los usuarios y amenaza el futuro de la industria nacional.

Los productores locales le aportan al país regalías, impuestos y adquisición de bienes y servicios por casi US$300 millones al año, más 10.000 empleos directos de personal calificado. Las regasificadoras no aportan ni un peso y muy pocos empleos; por el contrario, deben ser subsidiadas por los consumidores de energía eléctrica y gas.

La planta regasificadora de Cartagena es de Spec y Promigás, la segunda de propiedad del grupo de Sarmiento Angulo. Según su brochure, “suministramos el gas natural a más de 3,6 millones de usuarios, 40 % del mercado nacional, que representa 12 millones de personas”. A estos ciudadanos se les cobra la mitad del costo de regasificación según resolución de la Comisión Reguladora de Energía (CREG).

La planta de Cartagena opera por debajo de su capacidad, con unos costos elevados, que son absorbidos por los sobreprecios mencionados. En vez de proteger a los consumidores y a la producción nacional, dominada por la empresa estatal, el Gobierno favorece a los importadores del gas extraído por fracking, que terminan haciéndoles competencia desleal a los productores y atentan contra la autosuficiencia energética nacional.

Lo que se viene hacia el futuro puede ser peor y más absurdo que el negocio de Cartagena. A principios de 2021 piensan licitar una enorme planta de US$800 millones en la bahía de Buenaventura, donde no cabe físicamente y perjudica el medio ambiente y la seguridad nacional; en efecto, comprometería una base de la Armada Nacional situada no lejos de ella, por los peligros que entraña el almacenamiento de gas y, además, atascaría el tránsito marítimo del primer puerto del país. Para rematar, se iniciaría sin el oleoducto entre la planta y Yumbo, lo que implicaría remontar la cordillera occidental y atravesar territorios hostiles densamente poblados, con unos enormes costos adicionales.

Hoy el país está cruzado por miles de kilómetros de gasoductos que llevan el combustible extraído de yacimientos convencionales (Cupiagua, Cusiana y mar Caribe) de Ecopetrol, que aporta el 60 % del consumo nacional, y de otras empresas, que cubren el 30 %, de modo que hoy se importa el 10 %. Lo que pretenden los importadores con el elefante blanco de Buenaventura es quedarse con el 40 % del negocio, expoliar a los consumidores y arruinar a las empresas gasíferas productivas.

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Alicia(96078)29 de septiembre de 2020 - 12:03 a. m.
Gracias por ilustrarnos sobre este asunto. Es terrible la voracidad de los poderosos, sus arcas están llenas y no tienen ningún inconveniente en seguir hurgando en los bolsillos vacíos del 90% de los colombianos. Gobiernos plutócratas, corruptos son sus grandes aliados. Hasta cuando¡¡¡¡
Alberto(3788)29 de septiembre de 2020 - 12:34 a. m.
Gracias, Salomón Kalmanovitz, por esta denuncia. ¡Qué horror! Esto hiede, qué podredumbre, este gobierno parece haberse posesionado única y exclusivamente para delinquir, ya ni siquiera les cabe el dicho de "roba pero también hace", como decían de Mrtinelli en Panamá.
JOSE(26251)28 de septiembre de 2020 - 06:07 p. m.
Clavados por todos lados, como siempre y también como siempre Sarmiento Angulo resulta beneficiado. Hasta cuando de por Dios, nos seguirán maltratando de esa manera.
  • Orlando(88040)28 de septiembre de 2020 - 09:49 p. m.
    Sólo falta que sigamos votando por los mismos corruptos de siempre, y nos seguirán robando nuestros recursos para enriquecer a los empresarios que financian las campañas políticas.
shirley(13697)28 de septiembre de 2020 - 01:03 p. m.
Según lo escrito hoy en estas páginas tenemos un túnel de ida y sin regreso y una planta de gas pero sin el oleoducto correspondiente que lo lleve a su destino. Esta es mi bella y sui géneris Colombia. No soy experta en estos temas pero me asombro (todavía) de estas atrocidades. Y siempre aparece Sarmiento Angulo como gran "benefactor " del desarrollo de este país.Le debemos tanto al pobrecito.
Octavio(58841)28 de septiembre de 2020 - 12:00 p. m.
Teniendo al delito como parte fundamental de la cultura política, los gobernantes de Colombia son los ejemplos más claros, para el resto del mundo, del cómo se expolia a sus habitantes sus recursos y derechos, por eso cualquier empresa que viene a nuestro país conoce de antemano todos los métodos de corrupción necesarios para imponernos su voluntad, entre ellos el lobby y el sobornar funcionarios.
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