¿Qué quieren?

Hernán Peláez Restrepo
14 de abril de 2019 - 02:00 a. m.

El aficionado o el hincha, según lo insinúe su modo de ser, muestran diferentes posturas sobre un equipo de fútbol. El simple espectador quiere ver y disfrutar del juego de un equipo, advirtiendo que hoy en día son los menos. El hincha quiere ver ganar a su favorito y es lo único que requiere, sin importar el cómo. Es decir, si juega mal y gana, aplaude, si juega de forma vistosa, pero pierde puntos, no hay manera de consolarlo.

El director técnico y hoy esos frondosos grupos de trabajo a su alrededor solo piensan en no perder. Porque una derivación lógica de los malos resultados es quedar cesante, sin trabajo. Por supuesto que estas dos posiciones solo tienen un punto en común: ganar. Lo demás es cuento.

Las anteriores precisiones, sobre la postura de unos y otros, nos conducen a una triste realidad. Se juega mal en este momento del fútbol colombiano. La irregularidad campea o se asolea en casi todos los equipos. Muchas veces los técnicos carecen del tiempo requerido para armar un plan y mucho menos conseguir un estilo de juego. Y en eso siempre hubo discrepancias.

Porque personalmente considero que son los técnicos quienes deben adaptarse al material humano disponible y no anteponer una táctica por gusto del técnico a unos jugadores que si acaso la entienden. Voy a poner un ejemplo y hay muchos más. Si el técnico dispone de un delantero en punta (antiguo centro delantero) y es buen cabeceador, es obvio que en los costados de ese ataque deben estar jugadores que sean capaces de arribar a la línea del fondo y levantar centros para beneficio de aquel cabeceador. Ubicarlo en otro lugar o retrasarlo es desperdiciar su condición.

Ahora bien, en el momento actual, Millonarios, con la idea de Jorge Luis Pinto, viene consiguiendo puntos, ubicación en la tabla y el renacer de ilusiones en sus hinchas. Y ahí vuelvo a la historia inicial: ganar es la mejor manera, no solo real, sino espiritual de consolidar un trabajo.

Lo mismo ocurre con Alexis García (buen jugador que fue) en el Pasto. Con un rejuntado de jugadores obtuvo una fórmula para hacerlo subir a punta de ganar. Es probable que su estilo, como lo consiguió en los días que orientó a La Equidad, sea su presente.

La mayoría de los restantes equipos, viven en la irregularidad. No estabilizan nóminas; sus directivos, como lo confesó recientemente el del Cali, están para exportar a donde sea a los destacados. Por eso Camilo Vargas (el mejor arquero del momento) y un goleador, Dinenno, podrían emigrar.

En síntesis, jugar bien, con orden y equilibrio, no son prioridades de nuestro fútbol actual. La historia se simplifica: hay que ganar y nada más. Así quedan contentos los hinchas y los técnicos.

 

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