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Qué quieren los inversionistas

Juan Pablo Calvás
21 de febrero de 2013 - 11:00 p. m.

Mientras en la vieja Europa defienden los derechos de los trabajadores, aquí seguimos en veremos.

Al menos eso se podría resumir del interesante debate que se ha producido al otro lado del Atlántico con las ofensivas cartas que el presidente del grupo norteamericano Titán (Goodyear) le ha hecho llegar al ministro de productividad francés. El asunto se resume en lo siguiente:

El señor de la Goodyear quería reabrir una planta de producción de llantas ubicada en Francia, pero prefirió echarse para atrás al darse cuenta de los derechos adquiridos por los trabajadores en ese país (horas laborales, descansos, salario mínimo, vacaciones, etcétera). Al justificar su decisión le envía una misiva al ministro señalándole que ante esas circunstancias prefiere irse a China o India, comprar una planta de producción de llantas allí, y trabajar con obreros que ganarán menos de un euro por hora.

El ministro le respondió haciendo hincapié en las fortalezas del sistema laboral francés, a lo que el señor de la Goodyear ripostó señalando que en Francia lo que deberían hacer es extender un tapete rojo a cualquier inversionista extranjero que llegue.

Y ahí es donde tenemos que mirar hacia Colombia.

¿Qué ha pasado con los derechos de los trabajadores desde que la “confianza inversionista” se convirtió en paradigma de desarrollo? ¿Ya se nos olvidó que hace varios años en este país anochece a las 10PM?

Es innegable que desde que se revivió el Ministerio del Trabajo se han hecho esfuerzos por redignificar el universo obrero en Colombia. Se han hecho campañas para promover los sindicatos; nuevamente existe interlocución entre los trabajadores y los empresarios; se notan los esfuerzos por hacer incrementos dignos del salario mínimo; sin embargo, quedan muchas cosas pendientes.

¿Cuándo será que al gobierno se le ocurre reformar el exabrupto aquel de las horas extras nocturnas que cuentan desde las 10 de la noche? ¿Será posible que se tenga mayor control sobre los llamados contratos de prestación de servicios que no hacen más que suplir el personal de nómina necesario para el funcionamiento de las empresas y sobre todo entidades públicas?

Recuerdo que apenas renació el Ministerio de Trabajo se anunció con bombos y platillos que en las oficinas del estado donde tenían a contratistas trabajando con horarios fijos y bajo un esquema de subordinación se harían las correcciones respectivas para contratar los empleados públicos necesarios. Confieso que el tiempo ha pasado y sé de muchos contratistas que tienen cubículo, entran a las 8, salen a las 5 y están bajo órdenes de un superior. ¿Qué pasó con el compromiso?

Pero volviendo a nuestro amigo de la Goodyear, hablemos del tapete rojo. ¿Qué implica extender esa alfombra que a Francia no le interesa? ¿Y por qué a nosotros sí?

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