Que siga la sensatez

Patricia Lara Salive
15 de diciembre de 2017 - 02:00 a. m.

Después de larga negociación, se impuso la sensatez en los líderes de la Coalición Colombia, que por fin decidieron lo obvio: que sin que mediara consulta, Sergio Fajardo, el que según las encuestas tiene más posibilidades de llegar a la Presidencia, pues es el único que gana en todos los escenarios, sea el candidato presidencial de la Coalición.

La negociación fue difícil, porque quizás a Robledo le quedaba complicado aparecer ante su rígido partido, el Polo Democrático, endosando sin más la candidatura de Fajardo. Y tanto a Claudia López, del Partido Verde, como a Robledo, que cuentan con estructuras partidistas, les favorecía el mecanismo de la consulta. En cambio para Fajardo, que no tiene maquinaria, una consulta podía resultar desastrosa, entre otras razones porque les permitía a rivales suyos, interesados en hundirlo, poner a votar a sus clientelas por Robledo o por López. ¡Y ese riesgo no podía correrlo el ganador de todas las encuestas! Además, con esa competencia sin sentido entre Fajardo, Robledo y López se perdía la posibilidad de que el país contara con un senador valiente y capaz como Robledo, quien al ser candidato se hubiera inhabilitado. ¡Lástima que López decidiera no competir para el Senado! Con esa decisión se acalla la voz de una congresista que no tiene pelos en la lengua para denunciar la corrupción.

Capítulo aparte merece la decisión de Antonio Navarro de marginarse del Senado para competir por la Alcaldía de Bogotá. Con ella, se pierde un senador brillante y honesto. Pero si Navarro ganara la Alcaldía, Bogotá se haría a un gran alcalde. De hecho, cuando él fue alcalde de Pasto, un comité de notables, en el que participaron cacaos, lo eligió como el mejor alcalde del país. E igual ocurriría en el caso de Bogotá: Navarro reune condiciones óptimas: es buen administrador, organizado, disciplinado, práctico, con mentalidad de ingeniero, buen político, con conciencia social, conciliador y, por lo tanto, no exacerba las contradicciones de clase, a diferencia de Gustavo Petro. Pero la Alcaldía de Bogotá es difícil de ganar. De modo que ojalá esa decisión no acabe apagando su voz.

Y en cuanto a la batalla presidencial, llegó la hora de la verdad: con la definición de Iván Duque como candidato uribista dispuesto a participar en marzo, con los conservadores Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, en una consulta o encuesta interderecha; Humberto De la Calle, como candidato liberal que quiere liderar la gran coalición por la paz; Petro, como fuerte candidato de izquierda, que estaría dispuesto a hacer parte de una coalición de ese estilo, y Germán Vargas, como candidato del centro derecha, la competencia se pondrá al rojo vivo entre enero y marzo, cuando se aprovecharán las elecciones parlamentarias para definir el candidato único de la extrema derecha, que puede ser Duque o Marta Lucía; y quizás el de la coalición por la paz, que puede ser De la Calle o Petro.

Fajardo también ha reiterado que respetará los acuerdos de paz al pie de la letra. Pero ha dicho que no hará pactos con el corrupto Partido Liberal.

Sin embargo, si De la Calle y Fajardo de verdad priorizan la paz, deberían acordar que, a finales de marzo, abdicarán en favor del que, de ellos, lleve la delantera en las encuestas.

Y Petro, de hecho, tendría que tener claro que deberá abdicar en favor de Fajardo o De la Calle, porque su candidatura en segunda vuelta polarizaría tanto que garantizaría el triunfo de la derecha.

Y consolidar la paz es también, para Petro, la primera prioridad.

www.patricialarasalive.com

@patricialarasa

 

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