Qué vergüenza

Iván Mejía Álvarez
24 de septiembre de 2017 - 02:00 a. m.

Uno de los vicios más horribles de la política colombiana es la “mermelada”, término con el que se ha bautizado la repartición del erario a manos de unos cuantos políticos que prácticamente comprometen su independencia y sus votos por recibir partidas presupuestales, disfrazadas de auxilios regionales, puestos en la nómina y otro tipo de prebendas con el objeto de asegurar la gobernabilidad del mandatario de turno.

Ha hecho carrera la mermelada y más famosos son los “enmermelados”, aquellos políticos que se llenan con sus contratos a cambio de votos.

Jorge Fernando Perdomo no nació para ser dirigente del fútbol. Su vocación es la de político y como tal se presentó a varias votaciones en el Huila, siendo un “quemado” permanente. Su forma de actuar es la de un político: reparte mermelada, piensa en los clubes afiliados a la Dimayor con la repartición de millones de la televisión, de los préstamos, de algunos contraticos de publicidad. Le interesa muy poco el tema deportivo y para poder mantenerse en la posición se ha dedicado a repartir “mermelada” a porrones.

La última de Perdomo es terrible. Llevarse ocho directivos a China para buscar un contrato de colaboración con el fútbol de ese país. En total nueve dirigentes que andan viajando y viaticando para buscar alianzas con un balompié incipiente y del cual hay muy poco por aprender. Y pensar que la dirigencia permanentemente como plañidera dice que no le alcanza el dinero, que están quebrados, que hay que inventar nuevas fórmulas de financiación, que a la gente hay que cobrarle de una y otra forma.

Según Carlos Tévez, el fútbol chino está a “cincuenta años luz” del europeo o suramericano, pero parece que el único que no se ha enterado es el presidente de la Dimayor, que en su afán de repartir viajes para ir asegurando su reelección, se lleva una numerosa comitiva a ese paseo, con todos los gastos pagados por Dimayor. Saquen cuentas, ese despilfarro suma más de 300 millones de pesos para conseguir unos objetivos absurdos y ridículos. Intentar vincular a los empresarios chinos al fútbol colombiano no necesita la presencia de siete “enmermelados” directivos que disfrutan de ese viaje turístico sin sentido. Perdomo solo hubiera podido ir, o con dos más, y se hubieran ahorrado mucho dinero y el malestar que causan estas actitudes típicas de un politiquero en plan de compra de votos y de unos directivos dispuestos a venderse por un viaje a China.

Es una vergüenza, una auténtica vergüenza, como maneja el politiquero Perdomo la Dimayor. Lo dicho, lo suyo es la política tradicional de manzanilla y mermelada.

 

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