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Ragnarök

Oscar Guardiola-Rivera
27 de septiembre de 2011 - 11:00 p. m.

El ocaso de los dioses es la historia de un misterio. ¿Cómo surgió el mundo y luego llegó a su fin? Estamos siendo testigos de esta historia, así no queramos admitirlo.

Esta semana el mundo científico fue sacudido por el descubrimiento de una partícula que viajaría más rápido que la luz. De ser cierto, significaría el fin de nuestras concepciones más básicas sobre el universo. Por ejemplo, la concepción lineal del tiempo y nuestra obsesión con el futuro incierto.


Dicen los científicos que si los neutrinos viajan más rápido que la luz sería posible enviar información al pasado y viajar en el tiempo. La imagen que tenemos del tiempo, como una flecha avanzando indetenible hacia el futuro incierto, sería reemplazada por aquella otra del círculo que se cierra sobre sí mismo. Como en Nietzsche, que conocía bien la historia de Ragnarök, o como pensaron los mayas, que contemplaron su propio fin.


Existe una profunda relación entre la concepción lineal del tiempo, nuestra preocupación por el futuro y ese otro fin que se cierne sobre nosotros: el apocalipsis anunciado por los catastrofistas del mundo financiero la semana anterior.


Antes, los mortales lanzábamos los dados o una moneda al aire para escrutar el capricho de los dioses. Hoy usamos algoritmos y computadores, pero el principio y el propósito son similares: adivinar el futuro para poder apostarle. Y si acaso existe diferencia entre los dados y los computadores, lo cierto es que no estamos más cerca de adivinar el futuro de lo que estaban nuestros antecesores.


Por ello las apuestas, por ejemplo las que realizan los banqueros apoyados en sus computadoras y sus algoritmos, no están menos sujetas al azar y la catástrofe.


Sabemos que las pérdidas de sus apuestas contra el futuro de todos constituyen una amenaza global. Pero es tal el grado de corrupción e influencia de estos nuevos dioses, que han logrado extinguir cualquier voluntad para cambiar la historia. Apuntan sus armas a la cabeza de los políticos, continúan creando deuda y de paso nos despojan a todos.


El arma más sofisticada de su arsenal se conoce como high-frequency trading. Usando complejos algoritmos, los corredores pueden procesar miles de órdenes para revertirlas en nanosegundos y hacer dinero de la nada. Es despojo a mano armada y a una velocidad mágica.


Se dice que un porcentaje considerable de americanos piensa que la mano invisible de Dios guía el mercado. Mas ahora que creen poder ir más rápido que la luz y ver el futuro, parecería que son los corredores y los banqueros quienes han derrotado a Dios.


En Ragnarök, los dioses eran humanos porque eran estúpidos. Sabían que el fin estaba cerca pero fueron incapaces de imaginar cómo cambiar la historia. Nuestros banqueros son como ellos. Debemos levantarnos contra estos dioses.


* Analista y profesor del Birkbeck College de la U. de Londres.

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