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Rápido, fácil y efectivo…

Francisco Gutiérrez Sanín
21 de noviembre de 2008 - 12:52 a. m.

…PERO RIESGOSO. DEMASIADO. LAS pirámides han caído sobre la cabeza de los ahorradores y ahora toca buscar tanto causas como soluciones.

Varios se han apresurado a culpar del malogro a nuestra cultura mafiosa. Es la consigna de moda, e incluso la adoptó en días pasados el Presidente de la República, cuando nos recomendó paternalmente trabajar y trabajar y no ceder ante esas “culturas medio mafiosas”. Se necesita un poco de cinismo para salir con esas (mi televisor no es muy bueno, pero creo que no se sonrojó). ¿Recuerdan las múltiples declaraciones de Uribe que usan tan cómodamente los códigos de tal cultura? (“voten por mí mientras no estén en la cárcel”, “acaben con ese por cuenta mía”, “le parto la cara, marica”, y un largo etcétera). ¿Recuerdan a los personajes de entornos ambiguos, en el mejor de los casos, que han sido convidados a entrar, por la puerta delantera o trasera, a la Casa de Nariño? Con seguridad no se habrán olvidado, por recientes, las cajas de firmas reeleccionistas transportadas en camiones de DMG (un transporte que creo fue donado; pero hay precedentes. ¿Qué habrá pasado con La Gata?).

Pero hay otros muchos con más autoridad moral, que articuladamente se han referido a la endeblez de nuestros valores y al ansia de plata como causa del desastre de las pirámides. Aunque hay muchas razones para considerar esos argumentos con seriedad, no los adoptaría sin un cuidadoso escrutinio previo. Hay tanto contraevidencias como hipótesis alternas que podrían casar mejor con los hechos. Entre las primeras se encuentra el hecho de que en muchas otras partes del mundo con tradiciones muy distintas a la nuestra ha habido explosiones similares de captación ilegal de dineros. En Albania la estantería institucional se cayó debido a una proliferación de pirámides en 1996-1997. Los albaneses habían durado décadas bajo un gobierno totalitario y moralista: una película totalmente diferente. Tengo otra mala noticia: a mucha gente, no sólo a los colombianos, le gusta el dinero fácil, dentro de ciertos límites (tanto, que en sus modelos los economistas contabilizan el esfuerzo como una des-utilidad). ¿Y por qué no tuvimos el problema hace 10 años, cuando nuestra cultura era tan mafiosa como lo es ahora?

Eso nos lleva a las segundas (las hipótesis alternas). Si hay algo en común entre Albania y Colombia es: primero, la pasmosa lentitud de las autoridades ante el fenómeno; y segundo, el débil vínculo de la mayoría de la población con el sistema financiero formal. Es decir, hubo fallas severas y persistentes en la regulación estatal. Como estos fenómenos son cíclicos (no como la cultura, que es un factor fijo), la combinación entre débil regulación y una economía ilegal, y global, gigantesca, parece ser la explicación correcta. Esto no quiere decir que nuestra cultura sea una maravilla; examinarla críticamente es un buen ejercicio. En particular, juega un papel clave lo que llamo “el sueño colombiano”, al que espero dedicar otra columna. Aún así, las explicaciones vagas, generales, útiles para cualquier situación y que conducen a la conclusión de que “todos somos culpables”, no me dan muy buena espina.

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