Regiones competitivas

Indalecio Dangond B.
03 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

Ya se cumplieron los primeros 30 días de gobierno de los mandatarios regionales. Como es de costumbre, el primer mes se les va el tiempo en nombramientos, revisión jurídica de contratos heredados, ajustes de nómina, acondicionamiento de oficinas, presupuestos y el borrador de lo que serán sus planes de desarrollo. Sobre este último punto quiero hacer algunas reflexiones.

Durante las últimas dos décadas hemos visto que, por lo general, los gobernantes de turno han orientado sus planes de desarrollo a programas de subsidios que, en vez de eliminar el número de pobres, los aumentan; inversiones en proyectos asociativos que terminan en fracasos; escenarios deportivos y parques de diversión poco utilizados; bancos de maquinarias y equipos agrícolas que terminan desvalijados; vías terciarias que desaparecen con el primer aguacero; ampliación de redes de acueductos donde no hay agua; construcción de hospitales sin implementos quirúrgicos y megacolegios sin tencnología adecuada y con profesores mal preparados.

Los departamentos que gastaron sus presupuestos en estos rubros tienen hoy mayores índices de pobreza, desempleo, desigualdad y problemas de inseguridad que hace 20 años. Los miles de millones de pesos invertidos durante años en estas áreas poco o nada impactaron en los ingresos y calidad de vida de sus poblaciones.

Qué interesante sería que los mandatarios recientemente posesionados comenzaran a experimentar un cambio profundo en sus estructuras económicas y comenzaran a aplicar estrategias de inversión en sus gentes. Inversiones que promuevan más y mejores oportunidades de educación, mayor emprendimiento, nuevas tecnologías, desarrollo agroindustrial, turístico y de prestación de servicios. Es decir, mirar otras alternativas diferentes de desarrollo que tengan mayor impacto en el crecimiento social y económico sostenible de sus ciudades y regiones.

Ejemplos hay muchos. Solo hay que ir a visitar y conocer los milagros económicos de regiones como el sudeste de Brasil (São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro); la región norte del Perú (Lima, Ica, La Libertad, Piura y Lambayeque), donde se concentra el 75% de las exportaciones agrícolas; el Food Valley de Holanda (el 2º exportador de alimentos del mundo); Querétaro (México); San Diego (California) y Barcelona (España), entre otras.

Si bien no existe una receta única para llegar a ser una ciudad o región competitiva, existen patrones comunes que se pueden identificar, tales como: i) mayor inversión en centros de educación profesional y escuelas técnicas de emprendimiento, ii) fomento a nuevas tecnologías, iii) inversión en servicios públicos y iv) reducción de trámites y exención de impuestos, para atraer a inversionistas y multinacionales claves en desarrollos agroindustriales, turísticos y de servicios, exigiendo al mismo tiempo resultados de eficiencia y de responsabilidad social a las empresas privadas que reciben estas ayudas.

Esto garantiza el interés de grandes compañías extranjeras para invertir en nuestras regiones. ¿Se imaginan una alianza entre Royal Caribbean y el Distrito de Santa Marta para desarrollar una zona turística en el Parque Tayrona? ¿O una alianza entre Bayer, Monsanto y DuPont con las gobernaciones del Atlántico, Magdalena y Cesar para desarrollar tres grandes zonas de exportación agrícola?

Las oportunidades estan ahí, falta ser creativos y eficaces con las decisiones. En este mundo globalizado, los errores del pasado sólo conducen al fracaso.

* Experto en financiamiento agropecuario.

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