Regiones y Plan de Desarrollo

Juan Pablo Ruiz Soto
08 de diciembre de 2010 - 03:12 a. m.

EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO (PND) busca disminuir la brecha entre regiones y delimita seis: Central, Caribe, Nororiental, Sur, Amazonía y Pacífico.

Propone definir estrategias diferenciadas buscando un desarrollo convergente aprovechando la diversidad de capacidades económicas, sociales e institucionales. Es necesario complementar esta aproximación reconociendo la diversidad ecosistémica, sus servicios ambientales y su valor económico.   

Para la Amazonía y el Pacífico, el carbón retenido en sus bosques es su mejor herramienta en el corto plazo para conseguir recursos financieros que apoyen una propuesta de etno-desarrollo basada en su diversidad cultural y natural. El 83% de la región Pacífico está en bosques, y los territorios de comunidades afro-descendientes representan 60% del territorio. Los bosques amazónicos son los que mayor cantidad de carbono retienen por hectárea y sus 34 millones de hectáreas representan el  56% de los bosques del país y más de la mitad de su territorio pertenece a resguardos indígenas El compromiso adoptado en Naciones Unidas de realizar transferencias internacionales para compensar a los países que al conservar sus bosques hacen una valiosa contribución a la estabilidad del clima global, abre oportunidades para la Amazonía y el Pacífico. El programa conocido como REDD + significa la compensación por reducción de emisiones por degradación y deforestación de bosque natural y por el carbón retenido en los bosques en pie. El tema REDD+ no aparece en la propuesta de regionalización del PND y este aspecto unido a consideraciones de etnodesarrollo deben ser determinantes al definir las propuestas de desarrollo regional en estas dos zonas.

La Zona Nororiental, que incluye la mayor parte de la Orinoquía requiere un análisis distinto basado en el ordenamiento ambiental territorial que proteja su estructura ecológica principal, sus humedales, su bosque de galería y el  bosque natural de la vertiente oriental de la cordillera, del cual depende la regulación y navegabilidad de sus ríos. Las regalías y lo que de ellas se destine para compensar el deterioro ambiental asociado a actividades minero energética será definitivo para impulsar un desarrollo sostenible. La agroindustria, los agro-combustibles y la ganadería, deben adelantarse dentro de criterios de uso sostenible de la oferta natural. 

La Zona Sur como reserva hídrica del país debe articular su desarrollo al pago y conservación de los servicios ambientales asociados. La regulación hídrica es el uso que maximiza el beneficio económico de buena parte de este territorio. En la Zona Caribe e Insular, el tema del ecoturismo asociado a las reservas de la biosfera es importante, si se articula con procesos de producción local y distribución de beneficios, evitando hoteles que actúen como enclave económica. Las actividades asociadas a la extracción y comercialización del carbón deben supeditarse a la conservación y desarrollo turístico de la región. La ganadería presenta una gran oportunidad de convertirse en estrategia de adaptación y mitigación al cambio climático usando sistemas silvopastoriles. En la Zona Central, a lo planteado en el PND, se debe sumar el de los servicios ambientales hídricos, donde la conservación de páramos y cuencas debe ser considerada como prioridad económica.

A la propuesta de regionalización del PND, le falta incluir el capital natural renovable y los servicios ambientales asociados, para definir adecuadamente las alternativas de desarrollo regional.

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