#RenunciePetro

Pablo Felipe Robledo
05 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

En días de desprestigio de algunos personajes, quiero referirme a Gustavo Petro y el video en el que este miembro de nuestro circo político recibe en forma clandestina una millonaria suma de dinero en efectivo, al mejor estilo de las más vulgares coimas, sobornos o extorsiones derivadas de algún ilícito o de algo muy raro, que quien lo grabó quiso conservar para pisarle la cola o desnudarlo.

Las primeras reacciones surgieron del propio Petro y su controvertido abogado Julio César Ortiz, también vocero de Odebrecht. Sus explicaciones fueron inentendibles y un insulto a la inteligencia por ser en sumo grado contradictorias. A ambos les fue muy mal.

Después, a través de trinos y entrevistas, Petro pretendió vender la versión de que se trataba de un préstamo que con fines políticos le había hecho Simón Vélez. Pero el arquitecto, de forma rápida y contundente, lo desmintió con una lapidaria frase: “no le he hecho ningún préstamo a nadie y mucho menos al señor Gustavo Petro”. Ahí no le fue mal; le fue como a los perros en misa.

Y para rematar, o mejor, para rematarse, Petro se grabó durante eternos 40 minutos, leyendo una historia que si acaso serviría para entender su vida, esposas, novias, amigos y andanzas, pero que en realidad fue una gran torpeza, pues con ese monólogo no logró explicar ni el origen, ni la forma clandestina como recibió la plata. Quienes vimos el video perdimos 40 minutos de nuestras vidas, aunque Petro perdió toda posibilidad de dar una explicación creíble.

Y como si fuese poco, personas cercanas a Petro lo han dejado solo. Su aliada Claudia López, aunque demorada, fue muy gráfica: “Un político recibiendo plata en una sala oscura para una campaña es escabroso”; y Mockus, quien no acudió esta vez a enseñanzas a tres bandas, afirmó que: “Merece sanción social, se ve feo acariciando billetes”. Es decir, buena parte de su gente saltó del barco dejándolo con el agua hasta el cuello, enredado como el que más e inventando historias.

Navarro, quien se había atrincherado pidiendo que no le metieran en ese baile, salió después a defenderlo, y se convirtió en uno de los pocos a quienes el video convenció. Que defienda a su compañero del M-19, jefe y aliado político, se entiende, pero está por verse si pagará por ello un alto costo político, pues dizque su bandera política es la lucha contra la corrupción.

Petro está en mora de pedirse su propia renuncia (autorenunciar, diría su amigo Maduro), como lo hace con todo aquel al que le monta un debate. Y, claro está, no renunciará porque se victimizará. Este país, débil con los poderosos, lo salvará en algún momento. Petro es un poderoso, pues ha demostrado varías veces que a él las leyes no le aplican o le aplican de forma diferente a la del resto de los mortales.

La institucionalidad tiene el reto de investigar, aunque tengo la corazonada de que esto es apenas la punta del iceberg de lo que ha sido una sistemática forma irregular de financiar campañas políticas, en este caso, las de Petro, pues, “cuando el río suena, es porque piedras trae”.

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