La economía colombiana evoluciona al vaivén de cifras mal interpretadas. En los círculos influyentes se considera que a la economía colombiana no le fue mal en el 2020 y se encuentra en una rápida recuperación. La realidad es muy distinta. La caída de la producción y el empleo fue muy superior a la prevista por el Gobierno al principio del año. La realidad solo vino a reconocerse en abril. Por lo demás, no es cierto que la caída de la economía se haya detenido. La contracción con respecto a 2019 y al promedio histórico continúa.
Infortunadamente, no se dispone de información clara sobre las causas del comportamiento catastrófico de la economía y de las formas de enfrentarlo y rectificarlo. En varias oportunidades señale que la economía, por factores que vienen de atrás y se agravaron con la cuarentena, opera con bajo ahorro y déficit en cuenta corriente que le impide cumplir con el balance interno entre la inversión y el ahorro. El ahorro faltante mantiene el producto nacional por debajo del gasto, dicho, en otros términos, por debajo de la demanda. Y mientras persistan estas condiciones, la economía operará con empleo y actividad productiva por debajo del potencial y estará expuesta a súbitas caídas libres.
La solución obvia era el cambio de la estructura del sector externo para conformar una balanza de pagos con superávit o igualdad entre importaciones y exportaciones. En la práctica se podía lograr con una reforma drástica orientada a reducir las importaciones y aumentar las exportaciones. Lo cierto es que la reforma no se hizo y a estas alturas sus efectos serían tardíos.
El margen de maniobra para salir de la encrucijada cada vez es menor. En la actualidad no existe muchas otras opciones que modificar el régimen monetario que viene de la reforma de 1991 que estableció como principal función del Banco de la Republica reducir la inflación. En consecuencia, se siguió una política de crecimiento del dinero por debajo de la demanda que ha mantenido la inflación dentro de las metas con bajo crecimiento de la producción y elevado desempleo.
La política monetaria seguida por el mundo y Colombia fue un grave desacierto histórico. El excesivo celo por la inflación sumió al mundo en un estado de recesiones y caídas de la producción y empleo que llegaron al sumo con la cuarentena de la pandemia. Los hechos muestran que los mismos resultados en materia de inflación se habrían podido obtener con una mayor flexibilidad monetaria.
La política macroeconómica convencional está fundamentada en el supuesto de que la oferta es igual a la demanda de dinero, que es controvertido por los hechos. En razón que la oferta de dinero puede colocarse por encima de la demanda, es posible aumentar el crédito, la producción y el empleo sin causar inflación. En la obra “Teorías del crecimiento y la distribución para una nueva era” se muestra como dentro de la nueva concepción teórica del dinero elaborada en el libro es posible alcanzar más crecimiento y empleo, mejoría del salario y la distribución del ingreso y estabilidad cambiaria.
En la actualidad la economía opera con un desbalance interno causado por la baja inversión y el déficit en cuenta corriente. La conformación de un exceso de oferta sobre la demanda de dinero aumentaría la producción y no tendría efectos sobre la inflación. Desde luego, la tarea plantea cambios institucionales y conceptuales que amplíen la capacidad de emisión del Banco de la República en materia de TES, acceso de los bancos, financiación del déficit fiscal y monetización de la deuda externa. Sin ir lejos, en 2021 y 2022 se requerirán crecimientos de los agregados monetarios de 40% y del crédito de 25% para frenar la caída de la economía y recuperar la tendencia histórica.