Réplica a una columna del embajador de Israel

Cartas de los lectores
04 de abril de 2019 - 08:30 a. m.

Limitar el conflicto palestino israelí a Hamas es caer en un reduccionismo mentiroso y mal intencionado. De los 72 años que Israel lleva cometiendo crímenes de guerra contra Palestina —incluyendo limpieza étnica, despojos de tierras y propiedades, asesinatos en masa y medidas racistas entre otras aberraciones—, Hamas tan solo ha existido en los últimos 30. Así las cosas, decir que hay conflicto porque existe Hamas en Gaza es engañar a la opinión pública, además de ocultar la ocupación israelí de Cisjordania y Jerusalén Este.

No obstante, ya que al parecer Israel tiene un malsano interés en Hamas y Gaza, hablemos entonces de ellos.

El 15 de marzo se hizo público un informe de la Comisión de Investigación designada por la ONU para que investigue los crímenes que Israel ha cometido hasta el momento en la “Marcha del Retorno”. Los resultados son escalofriantes: casi 200 palestinos asesinados por Israel entre marzo de 2018 y marzo de 2019, incluyendo 45 niños, tres paramédicos, dos periodistas y ocho discapacitados. A ellos se deben sumar los más de 9.000 palestinos heridos por la sevicia israelí, los cuales incluyen 6.106 heridos por munición real, 1.576 palestinos heridos por metralla y 1.084 por impactos directos de granadas de gas.

El informe de la comisión investigación de la ONU —a la cual Israel le prohibió la entrada y cualquier tipo de cooperación— afirma que existen evidencias suficientes que francotiradores del ejército israelí dispararon premeditadamente contra civiles desarmados, personal médico, niños y palestinos en sillas de ruedas.

A los palestinos en general, pero a los gazatíes en particular, les sobran motivos para protestar contra Israel. La Resolución 194 —fundamento de la Marcha del Retorno— ordena el regreso de los palestinos expulsados por Israel en 1947/48 y es una más dentro de las 90 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que Tel Aviv viola sin pena alguna.

Además, después de 11 años de bloqueo terrestre, aéreo y marítimo a Gaza, la situación de los campamentos de refugiados —que recogen casi al 75 % de los gazatíes desde 1948— se ha agravado sustancialmente, la dependencia de la asistencia internacional llega al 80 %, mientras que el desempleo juvenil llega al 69 %, hay un 68 % de inseguridad alimenticia y el 53 % de su población viva bajo la línea de pobreza. Es tan dramática la situación de Gaza que debido al bloqueo israelí y su continua sed de sangre, será inhabitable para 2020 según la ONU.

Así las cosas, afirmar —como lo hizo en este medio recientemente el representante de Tel Aviv— que todo se resume a Hamas, incluyendo la calamidad humana que se vive actualmente en Gaza, es cinismo del más duro.

A manera de epílogo, es patético el recurrente negocio político que hace el sionismo de la “destrucción de Israel”. En primer lugar, Israel —que es una potencia militar, gigante nuclear y que cuenta con el apoyo irrestricto de Estados Unidos— no se destruye ni con piedras, cometas ni manifestantes empobrecidos. En segundo lugar, si alguien tiene una amenaza real de destrucción es Palestina.

Embajada de Palestina.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.

 

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