Reserva Thomas Van der Hammen

Pablo Leyva
26 de septiembre de 2018 - 05:00 a. m.

Así se titula el folleto que, con el sello de la Alcaldía de Bogotá, se entregó en la urbanización Fontanar de Chía. Por ignorancia, manipulación o arrogancia, el folleto “en papel amigable con el medio ambiente” está lleno de mensajes incompletos, equívocos o sin referentes, que sugieren al alcalde Enrique Peñalosa como un ejecutor que hará realidad, con mejoras, la Van der Hammen, logrará “poner la naturaleza al alcance de los bogotanos”, “generará un verde más equitativo”.

Y “la reserva sale gratis”, pues encontró la fórmula para financiar su desarrollo. Empeñados en un imposible estarían los políticos opositores, los ciudadanos ilusos y los ambientalistas radicales, quienes quieren mantener “el camino que venimos recorriendo”, mientras “el territorio continúa degradándose”.

El folleto de la Alcaldía no menciona que el verdadero mega-proyecto es urbanizar el norte de Bogotá, con la construcción de Lagos (humedales) de Torca, una ciudad de 500.000 habitantes, que incorporará la Van der Hammen, modificándola, cruzándola de vías y haciendo otros desarrollos complementarios como varios Transmilenios (uno por la séptima) y la ALO.

Este mega-proyecto destruye cientos de hectáreas de suelos (potreros) de la Sabana, genera un impacto ambiental enorme, directo e indirecto, a corto y largo plazo: demanda servicios, agua, energía, transporte, infraestructura, materiales (minería); genera emisiones, contaminación, calor, ruido, residuos y crea un verdadero nudo para la movilidad de la capital y la región.

¿Por qué no decir la verdad sobre el pésimo negocio urbanístico de Lagos (humedales) de Torca y sus costos patrimoniales, ecológicos, sociales y económicos para el país? ¿Por qué adelantar sin consulta, a espaldas de los bogotanos, semejante emprendimiento como si fuera el destino de la zona norte, que solamente esperaba un decreto del alcalde y un ejecutor? ¿Cuáles referentes políticos, legales y técnicos de impacto y efecto complejo permiten a la CAR, Minambiente, la ANLA y demás autoridades darle paso a Lagos (humedales) de Torca e incorporarle ahora la Van der Hammen, como si fueran simples asuntos de procedimiento? ¿Por qué obras de menor alcance requieren un complejo licenciamiento ambiental? ¿Por qué aprovechar la desactualización del POT-Bogotá y de la normatividad ambiental para generar semejante impacto? ¿Qué piensan o han hecho al respecto el Concejo de la capital, el Congreso, los organismos de control o la Comisión de Ordenamiento Territorial-COT? ¿A nadie le importa el asunto, ni es competente, ni conoce el principio de precaución? ¿Quién responderá cuando los problemas sean evidentes?

Las grandes ciudades y algunas regiones del mundo, ante la urgencia de combatir el cambio climático, defender la naturaleza y la salud, se reunieron en San Francisco (USA) para lograr acciones concretas y superar los compromisos de reducción de emisión de gases de efecto invernadero de los países. En este escenario, el alcalde de Medellín presentó planes con el fin de electrificar el transporte. La Alcaldía de Bogotá, según informes de prensa, llevó su propuesta para la Van der Hammen y como añadidura el mega-proyecto anacrónico de Lagos (humedales) de Torca. Equivocados de tiempo, propósito y lugar. ¡Qué vergüenza!

 

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