Responsabilidad de no olvidar

Elisabeth Ungar Bleier
31 de enero de 2019 - 05:00 a. m.

El texto que transcribo a continuación encabeza el mural de un pueblo ribereño y es la primera imagen que ven los visitantes de Testigo, la conmovedora exposición de Jesús Abad Colorado en el Museo Claustro de San Agustín, en Bogotá: “Este mural recoge el sentir y la palabra de unos niños y niñas de grados cuarto y quinto que cuestionan la guerra, el dolor y el abandono. Nos recuerdan la responsabilidad que implica NO OLVIDAR (mayúsculas originales). Soy lo que otros no pueden ser y por eso no los olvido”.

Son palabras que evocan cada una de los cientos de fotografías de Abad que nos ponen de presente la importancia de la memoria para no olvidar y, sobre todo, para no repetir la historia. La historia de hombres y mujeres, de niños y niñas, de campesinos, de pescadores, de víctimas de todos los actores de la guerra y de la violencia que se ha vivido a lo largo y ancho del país por décadas y décadas. Del dolor, de pérdidas, de muerte, de desparecidos, de desesperanza, pero también de la resiliencia y resistencia de tantos otros que con su ejemplo llaman la atención a quienes pretenden desconocer el pasado y sus responsabilidades.

Esta evocación a la importancia de la memoria y al no olvido contrasta con las decisiones de algunos funcionarios para impedir que los ciudadanos, no solo las víctimas sino también los victimarios y todos los que no hemos sufrido directamente las atrocidades del conflicto, conozcamos nuestra historia y los documentos y archivos que recogen los detalles de nuestro pasado. Por ejemplo, del proceso de paz que se desarrolló entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc. Como lo han informado varios medios de comunicación, por decisión del nuevo director de la Imprenta Nacional, en los depósitos de la entidad reposan cientos de volúmenes de las memorias “La posibilidad de la paz”, de autoría del alto comisionado de Paz de la anterior administración. En una aparente intención de negación de la realidad, como en su momento lo hicieron quienes negaron la existencia del un conflicto armado en Colombia, se impide que este registro de los hechos se conozca. Las diferencias y desacuerdos con el Acuerdo de Paz no deberían ser una barrera para que los colombianos tengan acceso a esta parte de nuestra historia y para preservar la memoria.

En la misma dirección, recientemente Noticias Uno denunció y evidenció con imágenes el retiro de la red de la página http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co, en la que se registraba información y mensajes en Twitter relacionados con los diálogos con el Eln. Si bien ya está habilitada nuevamente, presuntamente por la información del noticiero, no aparece completa. Por ejemplo, solamente contiene unos pocos trinos, todos referidos al atentado terrorista del Eln a la Escuela General Santander, lo que hace pensar que el historial anterior no se puede consultar o, peor aun, que fue borrado.

Con censura, explícita o velada, no podremos cumplir la responsabilidad de no olvidar. No bastan los llamados a construir la unidad nacional si estos no se acompañan de acciones y decisiones contundentes que permitan reconstruir y conocer la verdad. O mejor, las diversas verdades de quienes las vivieron y en muchos casos las sufrieron. Y por supuesto las que otros intentan negar.

 

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