Respuesta de Clemencia Vargas a Álvaro Restrepo

Cartas de los lectores
25 de mayo de 2018 - 07:00 a. m.

Anoche, saliendo de dar clase en mi academia, leí la columna del bailarín Álvaro Restrepo, a quien conocí hace unos años en El Colegio del Cuerpo en Cartagena, uno de los proyectos artísticos más poderosos en torno a la danza en Colombia.

Su columna, cargada de odio, me permite hoy reflexionar sobre lo lamentable que es utilizar la cultura para expresar el rechazo hacia una persona. En “El ridículo como estrategia de campaña”, Álvaro se refiere al baile que hice como “mercancía barata” y banal. De Álvaro no voy a hablar mal, lo respeto y creo que a estas alturas uno no debería desprestigiar a las pocas personas que creen en el baile como herramienta de transformación en Colombia.

Quisiera recordarle a Álvaro, y a todos los que de alguna u otra forma lo han visto, que la idea de este baile surgió como un mecanismo para involucrar a los jóvenes a la campaña de una forma distinta. También para promover la cultura, algo por lo que él tanto ha luchado. Son tantos más los gustos afines, que sería un despropósito ahondar en una discusión no constructiva.

Bailo desde los seis años. Mi verdadera pasión es la danza, tengo una vocación social, no política. La coreografía de Mejor Vargas Lleras no la hice para demostrar mis mejores pasos —lejos de eso—, la creé para ampliar la participación de los jóvenes de todo el país en el proyecto político de mi padre, a quien apoyo incondicionalmente. La familia es la base y el motor de cualquier iniciativa. Soy mujer y me apropio del baile como un motivo de empoderamiento, porque antes que el miedo al ridículo viene el miedo a dedicarnos a nuestra pasión. Se trata de un baile sencillo, al cual miles de jóvenes se han unido.

Lo que sí me parece un despropósito es usar un baile para promover sus opiniones políticas en vez de hacerlo sin eufemismos. En esta columna, Álvaro resume el pensamiento político de mi papá con algo tan estético como un baile. Su argumento, a mi parecer simplista, deja por fuera que detrás de la hija de Vargas Lleras está alguien que, como él, le apuesta a la cultura para la transformación social. Sus palabras pretenden invisibilizar la labor que he hecho por más de cuatro años, en donde estructuré una fundación autosostenible que ha beneficiado a más de 5.000 jóvenes, en seis departamentos. Los agentes sociales deben tejer redes de apoyo para construir un país democrático.

En estos meses de campaña he aprendido que cuando uno decide involucrarse en temas políticos se expone a todo. Entiendo las burlas y la sátira que hizo la campaña de Petro sobre mi baile, pero viniendo de usted, que pertenece al mismo gremio y sabe lo difícil que resulta apostarle al progreso cultural de la nación, me parece un golpe bajo, que refleja que quien lo critica es realmente quien lo vuelve un hecho político deplorable.

Clemencia Vargas. Bogotá.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.

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