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Retos y reconciliaciones

Eduardo Sarmiento
17 de enero de 2021 - 05:00 a. m.

Las dificultades en salud y economía han generado desconcierto e intranquilidad. Las proyecciones oficiales no se cumplen en la realidad. Las proyecciones de las crisis se enfrentan con teorías que no han sido confrontadas con los hechos. En el caso de la pandemia, se proclamó a viva voz que el nivel de contaminación subiría, en mayo alcanzaría el pico y luego disminuiría y desaparecería.

La mejor interpretación se observa en el estudio divulgado por The Economist, que encuentra que los portadores del virus, que inicialmente se presentaba en las personas mayores de 70 años, corre por cuenta de individuos que tienen baja probabilidad de deceso. Al igual que sucede con la distribución del ingreso, el daño lo genera una pequeña minoría con características desconocidas. Lo cierto es que el grado y la tasa exponencial de contaminación han crecido, superando las disponibilidades de camas de hospitales, aislamiento de los enfermos y aumento de las muertes.

La identificación y separación de este grupo nuevo de portadores es difícil, porque muchos no adquieren los síntomas de la enfermedad. El procedimiento de las muestras, que en un principio se veía como un antídoto infalible, pierde efectividad porque los contagiados no pueden ser separados. La esperanza es que la deficiencia se corrija con el tratamiento universal de la vacuna. De todas maneras, en este momento hay incertidumbre sobre su efectividad para detener un virus generalizado en pleno auge.

En materia económica, las cosas tampoco han ido bien. La cuarentena provocó una serie de efectos que no fueron anticipados por los grupos de estudio. En los altos círculos de los organismos internacionales se predecía que la fuerte reducción de la tasa de ahorro ocasionada por el confinamiento, que por definición suspendía la producción y el empleo, sería compensada por el aumento del endeudamiento externo. La debacle solo se reconoce en abril, cuando los organismos de estadística y los departamentos contables de las empresas detectaron caídas nunca vistas en la producción y el empleo.

En general, se observa que los errores están en la aplicación de técnicas y análisis macroeconómicos que todavía no se han reconocido ni confrontados empíricamente. Los errores tienden a repetirse. El argumento de que la caída del producto y el empleo se detendrían en 2020 ha sido seriamente controvertido por los hechos. En 2021, incluso en 2022, se registrarán niveles del producto inferiores a los de 2019 y a la tendencia histórica.

El drama está en que el país de tiempo atrás se comprometió en el modelo de crecimiento inequitativo que se tornó insostenible con la cuarentena. El disparo de la pobreza al 48 %, el aumento del coeficiente de Gini a 0,55, el incremento del desempleo y la reducción de los ingresos del trabajo han generado una fuerte presión para reducir rápidamente la pobreza y mejorar la distribución del ingreso. El Gobierno ha anunciado que el déficit fiscal llegará en el presente año al 8,5 % del PIB, similar al de 2019 y muy superior al previsto inicialmente.

A estas alturas no se sabe de dónde provendrá la financiación del déficit. En cualquier evento, agravaría la caída de la tasa de ahorro del 5 % del PIB que viene de la globalización, el retroceso de los últimos 5 años y la cuarentena. Y mientras persista el desbalance entre el ahorro y la inversión, no será posible la recuperación de la producción y el empleo.

 

Atenas(06773)18 de enero de 2021 - 01:00 a. m.
En este circulo infernal en q' se debate el mundo en asuntos de salud y economía mal podría ser Colombia la excepción y cuesta abajo en esta rodada aún no se ve el barranco q' pueda detenernos. El lastre de los compromisos e indigno acuerdo guerrillo legado fueron la piedra al cuello q' más precipitaron nuestra caída y la encima de la pandemia es casi el golpe de gracia. DUQUE se la juega.
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