Rizotto de micos

Aura Lucía Mera
19 de enero de 2010 - 02:58 a. m.

HAGA UN PICADILLO DE DESCABEZAdos políticos, gamonales y ex agentes de policía cuestionados, deportistas con prontuario, desconocidos ambiciosos, mandaderos politiqueros, avivatos, cuasianalfabetos y sacamicas, métalos a cocer en una paila de cobre, revuélvalos con papeles untados de desperdicios y si es posible de color verde para que asemejen el verde-dólar, y repentinamente tendrá el menú político más costoso, y peligroso, para las próximas elecciones de Senado y Cámara, del Valle del Cauca para Colombia: ADN.

Es en serio. Así no sea el momento de hacer un análisis parcial o definitivo sobre la gestión del gobernador del Valle, que por cierto hasta la fecha ha sido pobre en resultados concretos para el progreso de la región, pero muy rico y fructífero en materia mediática, lo que se refleja en las encuestas, creo se llegó el momento para llamar la atención nacional sobre el fenómeno político que se gesta en el Valle, como lo han hecho en semanas anteriores otros periodistas.

Lo que se está cocinando en materia política en el Valle de Cauca es un esperpento de mil cabezas, de consecuencias todas negativas e impredecibles. Desgraciadamente este monstruo que se está gestando hasta ahora no ha despertado la atención que debería de los vallecaucanos, muchos de ellos arrodillados, ni de la Procuraduría, la Fiscalía y la Contraloría. Un manto tácito de complicidad soterrada envuelve este misterio.

Se trata del mal llamado Partido ADN, resultado de los desperdicios que dejó Convergencia Ciudadana en el Valle. Movimiento desaparecido por falta de materia prima (sus líderes están casi todos encanados); movimiento, este, ADN, liderado por Juan Carlos Abadía, actual gobernador del Valle y Juan Carlos Martínez, preso e investigado por paramilitarismo y narcotráfico, y con el que busca consolidar una representación en el Congreso que le permita, al concluir la Gobernación, catapultar su nombre hacia el escenario nacional.

La estrategia es sencilla: vender primero el Partido con imágenes y frases efectistas dirigidas a los jóvenes, viejos e incautos, y poco a poco, como ya ha ido ocurriendo, introducir nombres y números a elegir, en vallas y pasacalles —que inundan y ahogan el departamento—, bajo la fachada de ser “el partido uribista de opinión”, incluyendo sin ningún pudor candidatos de cuestionada reputación sin que “uribistas” hayan dicho ni hecho nada al respecto.

Personajes como el Tino Asprilla, más conocido por su órgano y sus desmanes; un ex comandante de la policía apartado de su cargo por manejos aparentemente irregulares y por ser títere incondicional de Abadía y al parecer de Martínez, un tal Rizotto que nadie conoce en el Valle, entre otros, acostumbrados a que todo y todos tienen precio y se pueden comprar, todos a una, repito, con un mismo fin: consolidar el poder que ya detentan y lograr un posicionamiento y repercusión nacional.

Bogotá y el Gobierno central hasta ahora no se pellizcan. No los conocen en el Jockey y no tienen apellido de enfermedad venérea. Mientras tanto este departamento se ve vapuleado, una vez más, por una corriente oscura cuyos tentáculos se están apoderando de todo hasta asfixiarlo del todo.

Sería importante preguntar y que alguien responda quién está financiando esto, de dónde salen los miles de millones de pesos y quiénes están en la tramoya. Lo que está en juego es mucho más serio que unas curules. Lo que está en juego es una monstruosidad política que se maneja desde algunas cárceles y el último piso de la Gobernación. Lo demás es carreta. Nos cocinan en Rizotto de micos. S.O.S…

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