Robots alemanes

Iván Mejía Álvarez
04 de julio de 2017 - 02:00 a. m.

En 48 horas, el fútbol alemán conquistó dos títulos, tras ganar el Europeo Sub 21 a España y vencer en la Copa de las Confederaciones de la Fifa a Chile. Los dos resultados fueron similares 1-0 y el trámite de los partidos resultó idéntico. Un golecito aislado y una defensa a ultranza. Todo es válido en el camino de vencer.

Alemania es hoy campeón mundial, campeón sub 21 y campeón de Confederaciones. Esto la ubica coloca en la cúspide del universo futbolístico. Tiene , además, sesenta jugadores de primer nivel y un futuro exuberante; pareciera que el recambio está asegurado durante muchos años para la actual campeona del mundo. Los Hummels, Boateng, Khedira, Müller, Ozil tienen relevos naturales y todo parece prometedor a partir del gran plan de renovación de la federación alemana que, desde comienzos del siglo, implementó una gran labor en masificación, escuelas profesionales, gestionamiento de viveros, control de semilleros.

 Joachim Low, técnico de la selección germana, se frota las manos pensando en el futuro que le asegura este equipo que ganó en San Petersburgo la final a Chile. El recambio generacional defensivo y de los volantes parece asegurado. Jugadores ordenados, metódicos, obedientes, seguros en las maniobras, que saben tocar la bola, que encuentran espacios para salir jugando. Un fútbol posicional de manejo de los espacios, con triangulaciones en el contragolpe, ocupamiento de zonas de influencia en los ataques.

Pero no todo lo que brilla es oro. Tanto en la sub 21, como en el equipo B de la Confederaciones falta talento. Hay muchos jugadores tipo, de los que lo hacen todo bien, defiende, atacan, se posicionan, pero en ninguna de estas nóminas hay chispa, ingenio, picardía. Salvo Draxler, elegido mejor jugador en Rusia, quien ya ha jugado muchos partidos con la selección mayor, los demás jugadores están para ir ocupando posiciones de relevo y ganar puestos.

La selección alemana campeona del mundo tiene jugadores que por ahora parecen irremplazables, como Ozil, Reus, Müller, Kroos. Ellos son de otro estilo: marcan diferencias, se salen de los moldes. Y es que, definitivamente, el talento no lo enseñan, no hay escuela que fabrique Ronaldinhos, Mesis, Silvas, Neymares Dybalas, Hazards, para no citar sino a unos cuantos elegidos a los que el creador dotó de condiciones privilegiadas para jugar al fútbol.
De todas formas, Alemania tiene un futuro halagador, trabaja en serio, organizó de una manera su fútbol que puede otear el futuro a diez años sin sobresaltos, pero saben perfectamente que sus obreros, mecanizados robots de la táctica y el orden, necesitan y requieren del estilista que les de el sello especifico, el salto de calidad.

 

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