Rompecabezas

Danilo Arbilla
07 de diciembre de 2019 - 05:00 a. m.

Los expertos y analistas van y vienen, un día dicen una cosa y a veces en otra ocasión dicen lo contrario. Es natural, el rompecabezas latinoamericano no es fácil y cualquiera puede equivocarse. Un año antes de ganar la Presidencia en Brasil, ¿quién sabía quién era Jair Bolsonaro? ¿Y quién podía pensar que Cristina Kirchner, sobre la cual la expectativa era de cuándo iba a ir presa por corrupción y a cuántos años iba a ser condenada, iba a ganar las elecciones en Argentina? En el tranquilo Uruguay, luego de que en las elecciones generales el izquierdista Frente Amplio fue castigado duramente por los electores (60% contra 40%, a favor de los partidos opositores), quién podía calcular que en el balotaje la carrera sería tan pareja, tanto que hubo que esperar cuatro días hasta que la Corte Electoral proclamó presidente electo al líder opositor, Luis Lacalle Pou.

Cómo no va a ser fácil equivocarse. Se equivocan las encuestas, que son las que consultan más gente. Pero ese no es el único problema, ni el mayor: lo que confunde más son los análisis, interpretaciones, vaticinios de un importante grupo de expertos y comunicadores que no pueden disimular de qué lado cojean ni sus simpatías y dan un panorama de lo que pasa que ciertamente cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

De todas maneras, dígase lo que se diga, infórmese lo que se informe, América está como en ebullición, pero la pregunta es si eso es algo nuevo. Hay cosas llamativas como que siempre en América hubo por lo menos tres o cuatro dictaduras permanentes, con todas las características propias del sistema: represión, censura de prensa, presos políticos, exilio, tortura y muerte de los disidentes. Y en casi todos los casos, con elecciones en las que el mandamás contaba los votos, por supuesto. Stroessner en Paraguay, Somoza en Nicaragua, Batista en Cuba, Pérez Jiménez en Venezuela, Pinochet en Chile y una larga lista que a veces variaba, había enroques, asumían herederos. Hoy también el cuadro es similar: los Castro en Cuba (pocas ha habido tan prolongadas), Chávez-Maduro en Venezuela, los Ortega Murillo en Nicaragu y hasta hace muy poquito Evo Morales en Bolivia, y hace un poco más Correa en Ecuador. E igual que en el pasado, México es el que ofrece asilo, sobre todo si son de izquierda porque es lo que responde al esquema del PRI ayer y de AMLO hoy: izquierdistas para afuera y fascistas para adentro. Y al de antiimperialistas pero siempre mirando a los ojos al imperio y muy atentos a sus humores también.

Por si fuera poco para confundir, otra vez el peronismo al poder. A ello como agravante se añade que la confusión es aún mayor entre los argentinos en general y entre las dirigencias políticas y gubernamentales en especial. La pregunta es si Alberto Fernández tendrá permitido el pleno uso de los poderes que entraña el cargo, o será un títere de Cristina Kirchner, vicepresidenta de la República y presidenta del Senado, y de su hijo Máximo, que será el jefe de la bancada mayor de diputados, ambos procesados por corrupción y libres por sus fueros. Son más los que creen que los hilos los manejará la expresidenta y su entorno; algunos pocos, algo ilusos, sostienen que A. Fernández es un político muy hábil y les va a juntar la cabeza a todos. La tercera alternativa, que haya un balance y una armonía, no la cree nadie: es imposible hacerlo con los Kirchner. Ellos son los que mandan (y los que manejan la caja, como sostenía el fallecido Néstor Kirchner). En lo del “manejo” no les fue nada mal: en unos pocos años la familia se hizo multimillonaria. La fortuna de los cuatro miembros (hay una hija en Cuba también requerida por la justicia) tuvo un crecimiento no del nivel de la inflación venezolana, que es un récord inalcanzable, pero sí superó cómodo el 1.000%.

Es difícil adivinar. De acuerdo con los últimos hechos, Lacalle, Evo y Fernández, uno pensaría que avanzan los que dicen que en Venezuela no hay democracia —que es una dictadura—, frente a los que en cambio sostienen que en Venezuela hay democracia.

Parecía tan claro, pero el electo presidente uruguayo dijo que no integraría el Grupo de Lima, mientras que Alberto Fernández dijo que lo hará. Como si faltara poco, ahora aparecen candidatos a dirigir la OEA, esto es, a disputarle la Secretaría General a Luis Almagro, que sostienen que no hay que centrarse en el caso venezolano.

¿Otro Insulza? No se entiende nada.

 

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