Sacrificando el futuro por el presente

Mauricio Botero Caicedo
29 de abril de 2018 - 03:00 a. m.

Como lo mencionaba el candidato Germán Vargas Lleras en el reciente debate organizado por el Instituto de Ciencia Política y el canal RCN, para Maduro la emigración ha sido una especie de aceite multiuso “tres en uno”. La migración de venezolanos al exterior (que se estima entre cuatro y cinco millones de personas) le ha dado al chavista tres enormes ventajas: la primera es que esta emigración le alivia la aguda crisis alimentaria. La notoria escasez de comida ha llevado a que el consumo promedio de calorías del venezolano promedio disminuya en un 30 %.

El segundo factor que les produce enorme alivio a los chavistas es que prácticamente la totalidad de los emigrantes son opositores al régimen y por ende el potencial de votantes en contra se reduce.

El tercer factor que favorece al gobierno de Maduro es que en el tiempo buena parte de estos emigrantes va a estar enviando remesas a sus familiares. En un país con aguda escasez de divisas, las remesas hacen una diferencia enorme.

Pero estas tres ventajas migratorias son de corto plazo. Es decir, Maduro y sus cohortes, con enorme torpeza, están sacrificando el futuro por el presente. Los chavistas, cuyo nivel de conocimiento de la historia es precario o inexistente, no entienden que buena parte del dinamismo político, cultural y económico de Venezuela no se debió de manera exclusiva al petróleo, sino a los millones de inmigrantes españoles, italianos y portugueses (por no hablar de los colombianos) que tuvieron un papel destacado en el desarrollo de esta otrora rica nación. En términos generales, los países no entienden que los inmigrantes —que en general son personas honestas y trabajadoras que buscan labrarse un futuro que su propia patria les negó— acrecientan el capital humano.

Venezuela es hoy una de las principales fuentes de emigración en el mundo. Las razones son múltiples, pero entre ellas están la pobreza (82 %); la inflación (2.600 % en 2017); el desabastecimiento de alimentos, productos básicos y medicinas (78 % de escasez en medicamentos en hospitales, según la organización Médicos por la Salud); la violencia y la confrontación política, entre otras muchas. De ellas, 5.335 a manos de la Policía y otros cuerpos de seguridad. Tomás Páez, del Observatorio Hannah Arendt, observa: “el 97 % de las emigraciones en Venezuela datan de los últimos 18 años”, con una evidente y fuerte aceleración durante el gobierno de Maduro.

Los chavistas, con Maduro y Diosdado a la cabeza, no se dan cuenta de que el principal recurso renovable que tiene un país es su gente, su capital humano. Las naciones que pierden este capital duran generaciones, algunas siglos, en reponerlo, como ocurrió con España. Promover la emigración para obtener resultados a corto plazo, como lo hacen los chavistas, es de una estupidez que lastimosamente sí tiene paralelo en la historia.

Apostilla. Varios de nuestros periodistas radiales presumen en las entrevistas de una agudeza que no tienen. Fue un periodista extranjero, concretamente el mexicano Jorge Ramos, el único que ha logrado colocar contra las cuerdas —al forzarlo a responder la pregunta que se le hacía— al escurridizo Gustavo Petro. Ramos no le permitió a Petro escabullirse, como suelen hacerlo nuestros periodistas locales.

 

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