Sale sangre mientras escribo

Columna del lector
02 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

Por Juliana Vargas

Mientras escribo parece que sale sangre, no tinta. Parece que salen mis miedos e inseguridades, mis deseos y sueños, y para eso se requiere de sacrificio, de dejar, poco a poco, algo de mí en el papel.

Así ha sido desde siempre, así ha sido desde que he existido, tal vez así ha de ser para todos aquellos que han decidido entregar su alma.

Yo se la entregué a las palabras cuando me di cuenta que mi voz era débil, que tartamudeaba, que no era capaz de comunicar a los demás todo este revoltijo de sentimientos que aún estoy intentando comprender; se la entregué al papel cuando los demás no lograron entenderme y tuve que encontrar refugio en otros mundos y en otros personajes. Escribir se convirtió en un mecanismo de defensa, en instinto de supervivencia. Escribo, luego existo.

A mí me protege la sangre que ya me empapa mientras escribo, otro baila sobre la música que dicta el ritmo de su vida. Más allá encuentro las líneas que delinean el contorno de una mujer, y al final concluyo que no somos más que los vestigios de esa primera y última pasión que nos elevó hasta las estrellas para luego estrellarnos contra la duna que nos envuelve, nos asfixia, nos mata poco a poco tal como ahora me desangro sobre estas palabras que intentan llegar hasta ustedes y decirles que no todo está perdido, que el mundo está lleno de grises, de rutinas y de tiempo que se acaba y no se acaba en una antítesis insalvable; que somos víctimas y verdugos de nosotros mismos en una época en que no hay espacio para caer, pensar, reflexionar y aburrirse; pero que existimos, vivimos y nos desvivimos, y con eso ya es suficiente para tener alguna esperanza, esa que se niega a morir como si fuera una mala hierba, así que ya pueden dejarme aferrada a esta roca que sube y baja como ruleta porque, aun con la sangre sobre mis pies ahora, soy tan feliz como Sísifo.

Y si nos carcome la ansiedad y esta sociedad hecha a caracteres, filtros e imágenes, y si somos los fracasados que salen gateando de esa sociedad, y si otros logran dejar ser vestigios para sacar sus miedos e inseguridades, sus deseos y sus sueños sin necesidad de crear este mar de sangre que me ahoga, entonces que el mundo escuche este grito que se eleva hasta las estrellas para luego estrellarse en la duna. Que el mundo sepa que no hemos sido capaces de cumplir nuestros sueños y deseos, de abandonar la tristeza, las inseguridades y el águila que viene cada noche a comerse nuestro hígado, pero que al menos este grito sea el comienzo de un nuevo intento, de subir, una vez más, la roca hasta la cima de la montaña.

@jvargasleal

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