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¡Sálvese quien pueda!

Mario Morales
06 de abril de 2009 - 02:28 a. m.

LO QUE FALTABA. MERCED A LA INcreíble falta de ideas para enfrentar la crisis económica (tardíamente “descubierta” por el gobierno Uribe) comienza a florecer la propuesta antisocial de responder a la recesión con la flexibilización del salario mínimo y eliminación de los aportes parafiscales.

Se trata de un eufemismo para resquebrajar el último rescoldo que tienen cerca de cuatro millones de colombianos, los mismos que con la reforma laboral  vieron cómo se esfumaron las exiguas entradas por extras, dominicales y festivos, con el pretexto fracasado de disminuir el desempleo.

Paradójicamente, la tesis defendida por Fedesarrollo —el centro de pensamiento económico— dizque para generar más puestos de trabajo, acabaría con la formalidad del poco empleo que queda. Y de paso, como el DANE con sus “novedosas” metodologías de subjetividad, minimiza el impacto de las cifras, sin importar el desmedro en la calidad de vida de los más pobres.

Insiste Fedesarrollo en que el salario mínimo es muy alto comparado con el salario medio (y que en vez de subir éste último hay que bajar el mínimo). Refuerza la única idea coherente en materia económica de la administración Uribe de privilegiar los sectores empresarial y financiero del país sobre cualquier consideración humana y social. Apostarle a la mano de obra barata y ya casi gratuita significa sacrificar a quienes no tienen poder adquisitivo y apenas sobreviven, es decir que no tienen efectos en el consumo; para no tocar a otros renglones que han acumulado ganancias.

¿Dónde está el aporte del sector financiero para enfrentar la crisis, con sus cerca de once billones de pesos en utilidades el año pasado? ¿No hay retribución de los bancos salvados gracias al sacrificio obligado de millones de colombianos hace una década?

También son intocables las rebajas y  exenciones para la inversión extranjera, capital golondrina que en 2008 se llevó en ganancias el 80% de lo que invirtió y que se beneficia con mano de obra más barata.

Esa propuesta sumada a la ineptitud del Gobierno encierra una moraleja olvidada, esa de que en época de crisis ¡sálvese quien pueda y como pueda!

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