San Nicolás existe desde antes que Santa Claus

Enrique Aparicio
10 de diciembre de 2017 - 03:00 a. m.

En Holanda los niños tienen muy claro que los regalos llegan la noche del 5 de diciembre y que los trae un viejito con barbas que vive en España a quien conocen como San Nicolás.

En mi caso perdí la inocencia dos veces.  La primera, cuando supe que los regalos no llegaban de algún lugar especial, cielo, Polo Norte, etc.  La segunda, cuando me dijeron que había para ricos y para pobres.

Al enterarme de que no era el Niño Dios, Santa Claus, Papá  Noel o Papá lindo quien traía los regalos, mi imaginación se destrozó.  No podía manejar ese vacío, tuve que buscar ideas que rellenaran el desconcierto inmediato de un niño.

La otra experiencia la tuve poco después de la primera.  Estaba en la hacienda familiar, iba solo y vi que en la iglesita del pueblo niños pequeños como yo hacían cola para recibir regalos.  Me pegué a la fila para recibir el mío y uno me dijo: “Hola, usted no tiene derecho a recibir regalo. Usted es de allá, de la hacienda”.

Resulta que la Navidad tenía estatus económico, las entregas dependían del mero billete. Me salí de la fila devastado, como alguien que corren como a un perro del grupo. Lección para toda la vida.  Hoy estoy sentimental, debo agregar.

De ahí para adelante, la Navidad e ilusiones de este periodo se acabaron, la magia llegó a su fin e ingresé en el colectivo de ¿qué me van a regalar? y si no me lo regalan puedo presionar.  Antes, como los regalos venían de algo mágico, escribía cartas y pedía lo que se me ocurría.  Después era cuestión de presionar a los proveedores terrenales.  En el caso de las llegadas de regalos desde lo alto, siempre podían tener una razón. En esa época pedí un avión y me trajeron uno pequeño de armar, se me había olvidado aclarar que el que yo quería era de los grandes, con hélices y todo, pero me quedaba claro mi falla, he debido poner “grande para llevar a todo el mundo al otro lado de la Tierra”.

Las diversas costumbres, y sus personajes, descritas en libros sobre el que trae los regalos son para concluir que alguien se la fumó verde.  ¿A quién se le ocurre que, en Colombia, un tipo en un trineo con ciervos es el encargado de traer los regalos, el Santa Claus, nieve por todos los lados en Bogotá?  Obviamente la versión de Santa Claus está anudada al Polo Norte, donde se supone que tiene su sede. Pero aun así es mucho cuento inventado por el anuncio de Coca-Cola en 1931, donde vistieron al personaje más o menos como lo ven hoy, regordete, con muchos regalos y todo el equipo. 

Les voy a contar la  verdad para que todos perdamos la inocencia.  Según mi amigo Hans, con quien mantengo conversaciones diversas  en un pequeño café cerca a mi casa, una ciudad muy pequeña pero con 700 años de historia, la tradición de los regalos se originó con un obispo de Esmirna, hoy en Turquía, quien nació unos 400 años después de Cristo y se trasladó a vivir a España.  Como regalo distribuía naranjas en el resto de Europa.  Las naranjas tienen su razón de ser, pues eran importantes para evitar el escorbuto por falta de vitamina C y por lo tanto muy importantes para los navegantes durante los largos viajes en barco.

El caso es que la leyenda y tradición la llevaron los holandeses en el siglo XVII como emigrantes a lo que hoy son los Estados Unidos.

La llegada del santo se celebra en Holanda con un evento lleno de una ansiosa niñez con una gran inocencia. Pero la bacanal del billete, de compromisos y demás, que acaba con las primas de fin de año, no se da aquí. Seguro se gasta un poco más que en otras épocas del año, pero no un gasto exagerado.

El obispo viaja desde España a Holanda en barco de vapor a mediados de  noviembre y luego visita las ciudades en un caballo blanco —no ciervos ni trineo— para revisar el comportamiento de los niños y definir quiénes merecen regalo y quiénes no. 

La noche del 5 de diciembre visita todas las casas para entregar los regalos.  Algo que se limita solamente a niños.  Los adultos se intercambian poemitas burlándose de alguien cercano.  El YouTube muestra con más claridad lo que quiero decir.  Se trata de un momento para los niños.

www.youtube.com/watch?v=r3lUL1Njazs

Ahora que San Nicolás se acaba de ir es el momento de decorar el árbol y esperar la Navidad.

En nuestro país la Navidad se convirtió desde hace tiempo en que quien tiene plata goza gastándola y quien no la tiene sufre gastándola.  Así se difuminan las primas, el sueldo extra, el aguinaldo.  O sea que la tradición de un obispo que buscaba hacer el bien de manera modesta se convirtió en un insaciable escenario del gasto para los que tienen y los que no. 

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