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Se acabó el “teflón”

Reinaldo Spitaletta
13 de mayo de 2008 - 12:16 a. m.

SUENA CRUEL EL CHISTE: “TANTO ‘para’ en el Congreso, pero ni un paramédico”. Lo creó el pueblo tras el deceso del representante José Fernando Castro. Es como una pintura de la situación colombiana, sobre todo en estos días de mayo, cuando, para no olvidar, estamos conmemorando las épicas jornadas del mayo francés.

Es un mayo este en el cual parece desvanecerse el “teflón” uribista, tan celebérrimo en los casi seis años de su gobierno. No lo afectaron, por ejemplo, sus pataletas (¿se acuerdan?) contra las revistas Semana y Cambio, en tiempos de su primer cuatrienio, cuando se publicaban los posibles nexos del Presidente o de algunos allegados suyos con el paramilitarismo y el narcotráfico.

Y, además, quien se atreviera a señalarlo, a cuestionarlo, de inmediato caía en las llamas de la estigmatización. Notoria era –es— su intolerancia. Si lo interrogaban acerca de las relaciones entre el DAS y el narcotráfico, entonces cambiaba de tema y hablaba de extradiciones. Y si la pregunta era, digamos, sobre los fraudes electorales en la Costa, decía que la Registraduría y el Consejo Electoral estaban en manos de la oposición. El “teflón” tenía que ver con su habilidad para él mismo preguntarse y responderse, y para eludir los interrogantes de los reporteros. Cuando la pregunta es atrevida suele decir: “El siguiente”. Habrá algunos que se rían de la babosada.

Era toda una impertinencia preguntar por qué ciudadanos que estaban en “listas negras” del DAS aparecían asesinados, o acerca de un alcalde de Sucre que en pleno consejo comunal denunció que lo iban a matar. ¿Y qué? Nada de la contaminación y la podredumbre lo afectaban. Al contrario, era como una suerte de conjuro para que subiera su favorabilidad en las encuestas. Y entonces los cuestionamientos a su gestión, o a su mudez frente a “elefantes”, eran críticas a la “patria”, un término hoy absolutamente envilecido.

Era muy común escucharlo decir que quien lo ponía en tela de juicio era un “aliado de la subversión” y esto lo ampliaban con creces ciertos medios, dedicados más que a la información, a la propaganda y al batir de incensarios. No sé si recuerdan en alguna Semana Santa cuando el Presidente, furibundo, increpó al director de una revista y le dijo que faltaba a la verdad. Ha sido un estilo de intimidación para quien ejerza la libertad de expresión y la crítica al régimen.

Y no es que el asunto haya cambiado. No es que a los partidos uribistas no los haya infiltrado el paramilitarismo, así como al DAS, a la Superintendencia de Vigilancia (¿se acuerdan?), e incluso que tenga más del 35 por ciento en el Congreso; ni que el Presidente se haya vuelto más respetuoso de sus contradictores (sigue armando camorras de plaza de mercado), pero lo que sí parece advertirse es que el sofisma del “teflón” se desbarató.

¿Tal vez por cierto “dolor de patria” de ver a un pariente suyo acusado de asociación para delinquir? ¿O por las acusaciones de cohecho en el caso de la reforma de un “articulito”? ¿O por el canto de la soprano Yidis? El mayo colombiano está ardiente y el aire transporta un intenso olor a podrido.

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