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Se desvanece el sueño americano

Arlene B. Tickner
10 de septiembre de 2008 - 12:31 a. m.

En días recientes han seguido sumándose pruebas de que la economía de los Estados Unidos, en particular desde la perspectiva del ciudadano promedio, está en crisis.

El desempleo alcanzó 6,1%, el nivel más alto en cinco años. Y la intervención de parte del gobierno federal de las firmas Fannie Mae y Freddie Mac –que controlan la mitad de la deuda hipotecaria del país– calmó el mercado bursátil pero redundó en una pérdida aún mayor del valor de sus acciones, con graves consecuencias para numerosos accionistas pequeños, entre quienes Fannie Mae fue por años un destino favorito de inversión.

Éstas son apenas las últimas de una larga cadena de malas noticias para el consumidor estadounidense que iniciaron el año pasado. Allí convergieron varias tendencias catastróficas. Los precios de la vivienda se desplomaron. Luego de un alza extraordinaria de 43% entre diciembre 2004 y diciembre 2006, ésta cayó un 10% en 2007 y otro 16% en lo que va de 2008.

Por el contrario, en el último año el precio de la gasolina se ha doblado. Y el aumento en el costo de los alimentos ha superado el 5%, dos veces más que su tasa de crecimiento anual durante los últimos 15 años. En consecuencia, las cesaciones de pagos de los préstamos hipotecarios se dispararon. La crisis hipotecaria se ha traducido cada mes en el abandono forzoso de cientos de familias de sus hogares. Otros 500.000 estadounidenses han perdido sus empleos este año a causa de la desaceleración económica.

Más allá de las estadísticas, cualquier observadora desprevenida puede notar cuán crítica es la situación en detalles cotidianos: la iliquidez de los profesionales de clase media, que todo lo compran a crédito y luego se cuelgan en el pago de sus cuotas; la falta de acceso de personas conocidas a servicios adecuados de salud, cuyos costos son irrisorios; los almacenes en donde no cabía un comprador más, vacíos; y otros tantos simplemente cerrados; el número creciente de niños de bajos ingresos que clasifican para los programas de alimentación gratuita en las escuelas públicas.

El desvanecimiento del sueño americano y la pérdida de fe en el modelo actual se han ido traduciendo en un rechazo al libre comercio de parte de la opinión pública y la aceptación de una mayor intervención gubernamental en la vida económica. Se trata de un cambio potencial en el paradigma que ha estado vigente durante décadas y que los sectores más poderosos de la economía estadounidense defienden a ultranza. Éste, más allá de la guerra en Irak y la lucha antiterrorista, es el punto neurálgico de la contienda presidencial actual. Un verdadero debate sobre el tema, será para alquilar balcón.

* Profesora Titular. Departamento de Ciencia Política. Universidad de los Andes.

 

 

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