Se necesita colaboración

Felipe Jánica
25 de junio de 2018 - 04:00 a. m.

Mucho se habla del desarrollo económico de los países. Son muchas las ideas en torno de la diversificación de los mercados y del desarrollo de nuevos productos o servicios. Si queremos que las economías latinoamericanas, por ejemplo, sean mucho más preponderantes en el aporte del PIB mundial, entonces es necesario que busquemos y explotemos nuestros mejores productos y servicios. Lo cierto del caso es que la economía latinoamericana, salvo algunas excepciones, es “commodity-dependiente”, es decir que dependemos de la producción de materias primas o, mejor, de recursos naturales renovables y no renovables. Lograr una diversificación controlada de productos y servicios sería la génesis del anhelado desarrollo económico.

En efecto no podemos hacernos muchas ilusiones acerca de la diversificación de productos y servicios actuales. Es más que una realidad que nuestras economías dependen de bienes primarios (commodities). En el caso colombiano, se ha hablado tanto de la dependencia del petróleo, del carbón, del café, del ferroníquel, entre otros. Hacer un cambio en esta dependencia es la ilusión que todos podemos tener. Lograr cambiarla en el corto plazo amerita no solo una planeación estratégica, sino un proceso de reformas estructurales que tomaría al menos cinco cuatrienios. De ahí la importancia de iniciar cuanto antes un proceso colaborativo entre la empresa privada y el Estado de cara a la búsqueda de nuevas oportunidades de negocio sostenibles para ambas partes y por supuesto para la sociedad.

El planteamiento de reformas estructurales es la punta de lanza que nuestros países latinoamericanos deberían plantearse. En el caso colombiano estamos en mora de lograr que en una sola reforma o una reforma marco se vinculen cambios estructurales en materia económica y social. El caballo de batalla por el que hay que iniciar es en materia de educación y en ella se debería premiar el desarrollo de habilidades complementarias de nuestras nuevas generaciones. Con ello se busca reforzar las habilidades individuales de nuestras nuevas generaciones pero a la vez buscar complementariedad de habilidades de cara a la búsqueda de nuestras alternativas de negocios, tanto para el Estado como para las empresas. Para ello será necesario establecer una ruta crítica en la que se defina el equilibrio de aportantes al PIB por tipos de bienes. Sabiendo que nuestra economía depende de los primarios (commodities) entonces deberíamos empezar por profesionalizar y tecnificar la producción de estos bienes. Ahí es por donde debería empezar la formación de nuestras nuevas generaciones.

Luego con la definición de diversificación en bienes secundarios (industria) y terciarios (servicios), se debe focalizar la educación desde edades tempranas. Buscar no solo la formación de técnicos sino fomentar y propulsar la formación vocacional debe ser parte de los pilares fundamentales de cualquier reforma en la educación. Si queremos industrializarnos por ejemplo, deberíamos empezar por industrializar lo que mejor producimos: bienes primarios. Para ello deberíamos pensar en la profesionalización y tecnificación del agro, por ejemplo. Para ello es necesario que existan programas de educación vocacional técnica y profesional en este campo. Ahora bien si queremos tener desarrollo sostenible de la economía deberíamos pensar también en la creación de empleo y no de empleados. Para ello es necesario que se fomente el emprendimiento de manera decidida. No solo basta con la ayuda de algunas instituciones a los nuevos empresarios sino que formemos emprendedores desde edades tempranas. Estoy convencido que el emprendedor necesita reforzar sus habilidades desde la escuela primaria y secundaria, formarse en la universidad es demasiado tarde. Para ello es necesario que tanto el Estado como las empresas fomenten de manera decidida a los emprendedores para que ellos se dediquen a desarrollar sus nuevas alternativas de negocio y que por supuesto éstas sean sostenibles. Así las cosas no es un tema político ni de dependencia de la clase dirigente de un país, es empezar por colaborar entre todos, donde el sector privado será fundamental para el desarrollo económico y sostenible.

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