¿Se puede pensar en una banca solidaria?

Columnista invitado EE
06 de mayo de 2020 - 08:26 p. m.

Por: Juan Carlos Matamoros López*

Vemos en estos días de cuarentena nuestra economía paralizada y nos encontramos con las microempresas, los emprendedores, las pequeñas y medianas industrias y los pequeños y medianos comerciantes intentando sobrevivir sin clientes, intentando mantener sus empleados en nómina, sin tener ayuda de nadie en su lucha. Los auxilios que anuncia el presidente y los miles de millones disponibles en créditos que anuncia la banca son al final pura propaganda, porque cuando estos empresarios, estos comerciantes, estos emprendedores llegan a los bancos, se enfrentan a un enemigo invisible pero invencible para ellos, los modelos de riesgo de los bancos.

Los bancos en realidad son muy eficientes en maximizar las utilidades de sus dueños, dentro del marco legal en el que hoy se mueven. Así, en el mundo y en Colombia se han desarrollado modelos matemáticos de riesgo por nichos, en los que la tasa de interés sobre DTF es el precio del riesgo que corre el banco de no recibir oportunamente el repago del crédito desembolsado.  Es así como al analizar el riesgo de las grandes empresas y corporaciones de este país, los bancos encuentran que éste es prácticamente cero,  y por eso los préstamos a las grandes empresas a tasas entre DTF+1 y DTF+3 son tan apetecidos por todos los bancos. Por eso, en sus planes de incentivos a sus ejecutivos de banca corporativa, usualmente los premian con generosidad en tanto logren colocar en este nicho la mayor cantidad de dinero posible. Y guarda todo el sentido: es mucho menos riesgoso y mucho menos costoso hacer un desembolso de $100 mil millones que hacer 10 mil créditos de $10 millones.

En los nichos del otro extremo, encontramos los microcréditos, los clientes de tarjeta de crédito, los créditos de consumo, los de pequeños comerciantes, etc. Desde el punto de vista de los modelos de riesgo, ningún banco los quisiera tener. No tienen ni siquiera administraciones profesionales, no tienen información financiera, no tienen historia en el sector financiero, y si la tienen, están calificados como de alto riesgo. Prestarles dinero es casi un albur. Valga la excepción de los tarjetahabientes de crédito, nicho apreciado por algunos bancos, no por el negocio de crédito en sí, sino por las multimillonarias comisiones que les significan a los bancos sus cuotas de manejo. El caso es que en esta orilla de los modelos de riesgo hoy se presta a la máxima tasa de usura e incluso más, como en el caso de los microcréditos. Porque ese es el precio del riesgo. Con un problema adicional, y es que en estos modelos cada punto que suba la tasa de interés, sube el riesgo y así se retroalimenta en espiral. Por todo esto, lo normal es que los bancos no tengan mucho apetito por este tipo de créditos.

Y el Gobierno observa todo esto desde la barrera, cuando supuestamente es quien le ha otorgado la licencia de intermediarios financieros a los dueños de los bancos. Es mi opinión que el gobierno debería intervenir en los modelos de riesgo de los bancos buscando que haya un mucho mayor grado de solidaridad entre los diferentes nichos. El modelo de riesgo con solidaridad funciona cuando al nicho de las grandes empresas y corporaciones, los bancos le prestan a una tasa superior a la del riesgo real. En este caso los créditos a estos nichos se harían a tasas de DTF+ 6 o DTF+ 7. Ese margen de más que se cobraría a ese nicho lo canalizaríamos hacia el nicho del otro extremo, de tal forma que se reduciría la tasa de interés de los microcréditos, del crédito a las Pymes, de las líneas de  consumo, de las tarjetas de crédito, etc. Y al bajarles la tasa, el riesgo de no pago disminuirá. Y al final los bancos podrían reportar las mismas utilidades, o más.

Pero para que un modelo de riesgo con solidaridad funcione, es indispensable que sea obligatorio, es decir, que sea orientado y vigilado por el Gobierno. De otra manera el interés de maximizar las utilidades prevalecerá sobre el interés de disminuir la inequidad de oportunidades a los clientes. Este modelo funcionaría aún mejor, si el Gobierno establece políticas permanentes de garantías como las que el Fondo Nacional de Garantías está ofreciendo por estas épocas, pero con un nivel mínimo de requisitos. Para lograrlo, habría que tener más información de todos los clientes de estos nichos, el Gobierno podría liderar un esfuerzo de completar la información económica de este tipo de clientes.

El Gobierno tiene en sus manos una inmejorable herramienta como la banca para ayudar a reducir las tremendas brechas de inequidad de oportunidades presentes en nuestra economía. Tiene todo el derecho constitucional (y el deber) de intervenir en los modelos de riesgo de los bancos. Un tema adicional que se debería revisar es el esquema del impuesto a la renta aplicable a los bancos. Retornos al patrimonio superiores a dos veces el DTF deberían ser gravados a tasas impositivas muy superiores. Pero eso significa otro par de mangas, y sería tema de otra columna.

* Tertulia Cervantina 77

** El contenido de este artículo compromete exclusivamente a su autor

 

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