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Se veía venir

Iván Mejía Álvarez
20 de mayo de 2008 - 01:44 a. m.

Lo que mal comienza, mal termina. La eliminación de Millos estaba cantada desde cuando empezaron las mentiras sobre las contrataciones. Anunciaron a Galáz, Maggiolo, Leguizamón, Kaviedes y terminaron en García, Ospina, Monroy, Tovar, Asprilla, Roberto Carlos, Cochas y Astudillo.

Por un africano borracho y en mala condición física terminaron peleándose  Vanemerak y los directivos. El técnico acusó a García, Reyes y Robledo de estar ganando comisión en la traída de los jugadores. Cargo gravísimo pero en Millos nunca pasa nada. El tal Obima era un deseo y un negocio del técnico y un periodista “pre-pago” de los que hacen parte de la nómina.

Después vino la denuncia del presidente que a Millos le dañaban los negocios desde adentro, que alguien cercano a la directiva llamaba y entorpecía las contrataciones. Era una acusación contra el familiar de un accionista mayoritario. Pero López nunca tuvo los testículos para decir su nombre.

Echaron a Vanemerak por los malos resultados y por su conducta de atarbán.  Y un pedido del jefe de los mercenarios, Gerardo Bedoya, desató otro escándalo. El jugador le solicitaba unos premios extras. Qué bajeza.

El Espectador publicó un documento oficial sobre los costos de la nómina. Más de 600 millones, para quedar eliminados. Astudillo devenga 32 millones  por jugar un partido de Copa Colombia. El presidente se gana 12  millones mensuales y el director de las inferiores, de donde no sale nada, se mete 15 millones.

El equipo eliminado, el barco hundido y el presidente en Moscú, invitado por un patrocinador a ver la final de la Champions. Qué respeto y amor por la institución.

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